La comunicación

La comunicación

La información es clara: América Latina, a pesar de la oposición de Estados Unidos y la Unión Europea, venderá a Rusia frutas, frutos, granos, carnes y todo lo que necesite aquel país y sea producido por éstos.

La comunicación derriba fronteras. Asistimos al nacimiento de un nuevo mundo fruto del conocimiento que tenemos los unos de los otros. Se acaba aquellos de que todos los caminos salían y conducían al mismo punto: a la metrópolis. Entonces se decía “todos los caminos conducen a Roma”, hoy cambia el escenario aunque no las acciones imperiales: “todos los caminos conducen a Nueva York”.

El libre flujo de las informaciones, mediante el uso de un elemento tan expedito como el aire, permite ver el mundo desde otra óptica. Ello es lo que ha servido para facilitar, acercar, identificar los obstáculos e ir salvándolos para producir la necesaria e impostergable unidad, por ejemplo, de las naciones de América del Sur.

Esta semana Estados Unidos y la Unión Europea se dan cuenta de que ya la pava no pone donde ponía. La disputa “ideológica” que retrancó el mundo durante toda la segunda mitad del siglo pasado, era ocultada por afanes de dominación comercial, una guerra por la hegemonía sobre los mercados de producción y consumo, para que las oligarquías continuaran en el disfrute de riquezas y bienes de los cuales se apropiaban.

El comercio ha sido una vía de comunicación tan importante que durante la época más difícil de la guerra fría, Rusia, representada como un ogro terrible y temible, calentaba los fogones y los hornos, el agua y los sistemas de calefacción de Europa con las exportaciones de gas natural. Entonces el comercio entre Rusia, China y América Latina era multado con prohibiciones, amenazas, intervenciones y zancadillas.

Esas mismas fuerzas, disfrazadas de benefactoras, manejaban las cosechas, imponían precios y cuotas, mientras nos mantenían con los ojos presos de anteojeras que sólo nos permitían ver en una sola dirección.

Es ahí donde el conocimiento, la información a tiempo, la posibilidad de tener acceso directo a los mercados y a otras sociedades y culturas, nos permiten ver, conocer, actuar en favor de nuestros intereses.

La corona española hubo de esperar varias semanas antes de recibir la información de que el navegante Cristóbal Colón había encontrado tierra, árboles, animales, personas, al oeste del Atlántico, tal como había pronosticado. La noticia recorrió el mundo de entonces en meses

Hoy sabemos que Rusia tiene necesidades, América Latina tiene ofertas de bienes y servicios y se disponen a negociar directamente, como iguales, sin que ninguna bolsa intervenga para fijar precios que sólo convienen a sus manejadores.

Es verdad: la comunicación ha cambiado el mundo para bien.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas