El comportamiento de los seres humanos ha llevado por siempre a los hombres de ciencia a escudriñar vidas y obras de los más famosos.

Es tan indescifrable la conducta de hombres y mujeres, que no habrá estudio capaz de establecer con toda certeza el por qué de una acción, qué fundamentos pueden llevar a un ser a cometer hechos tan deleznables como un homicidio o incurrir en algún delito.

El ex presidente Balaguer habló de su “escepticismo sobre la condición humana”.

Al dejar a la posteridad las experiencias de su dilatado paso por la política y la diplomacia, el ex gobernante se muestra convencido de “la irremediable deformidad moral de los hombres” y de las “imperfecciones de la condición humana”. (Memorias de un cortesano de la “Era de Trujillo”, cuarta edición, páginas 412-413).

Nunca he entendido las razones por las cuáles gente que vive quejándose de su estrechez económica, llegado el momento de su ascenso social, esa misma persona cambia radicalmente su forma de ver la vida.

Esa actitud se da con mayor frecuencia en peloteros y ‘comberos’, aunque también en menor proporción es posible encontrarla en políticos y ciudadanos comunes.

Hay gente capaz de transformarse por la posesión de una lujosa vivienda, un costoso automóvil o un relevante cargo en la administración pública.

Es deplorable que personas a las cuales Dios les ha dado la oportunidad de una mejoría en sus vidas, la desperdicien con inconductas que se creían propias de seres con muy conocido prontuario delictivo.

Sigo sin entender.