La contaminación lumínica carece de conciencia social

La contaminación lumínica carece de conciencia social

Proponen limitar la emisión de luz hacia arriba, utilizar luminarias apantalladas, emplear lámparas de espectro poco contaminante y alta eficiencia energética, entre otras.

Prevenir permitiría preservar la maravilla de observar las estrellas y reconectar a la humanidad con una parte esencial de su herencia cultural e histórica.

La observación de un cielo estrellado, una experiencia que cautiva a la humanidad desde hace milenios, está en peligro.

La contaminación lumínica o la introducción innecesaria de luz artificial que degrada el entorno natural, altera drásticamente la visibilidad de las estrellas en la noche.

Pero este fenómeno, que suele pasar desapercibido, más allá de afectar la capacidad de disfrutar de la belleza celestial, conlleva consecuencias ambientales, sociales y culturales.

Manuel Grullón, embajador de cielos oscuros y coordinador de divulgación astronómica en la República Dominicana ante la Unión Astronómica Internacional (UAI) habla sobre los esfuerzos en concientizar acerca de la importancia de preservar cielos oscuros y promover prácticas más sostenibles.
más allá de la luz innecesaria

Grullón observa que la pérdida de la percepción del universo a gran escala es evidente, pero muchos de sus efectos negativos aún son desconocidos.

La contaminación lumínica no se limita a la simple presencia de luces artificiales; abarca desde la ineficiencia y el diseño inadecuado del alumbrado exterior, hasta la falta de regulación en la publicidad, monumentos y espacios ornamentales.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) la considera como un subtipo de contaminación del aire.
Las ciudades, envueltas en una cápsula de luz, se han distanciado de su entorno natural. Esta interferencia lumínica afecta a los observatorios astronómicos cercanos y los obliga a instalarse en regiones alejadas, explica Grullón.

El fenómeno permite apreciar solo los astros más brillantes, visibles en un cielo con un tono anaranjado, un síntoma, -según Grullón- de niveles muy altos de contaminación, como ocurre en la actualidad en la ciudad de Santo Domingo.

Infraestructura sostenible

“En este país ya quedan muy pocos cielos completamente oscuros. Pero no se requiere tampoco que un cielo sea completamente oscuro para que esté sano, porque también el desarrollo económico, estructural y de infraestructura de las sociedades es requerido”, observa Grullón.

Afirma que el objetivo es que ese desarrollo sea más respetuoso de este recurso. La contaminación lumínica carece de la conciencia social que merece.

Este problema acarrea el desperdicio de energía, produce emisiones de gases de invernadero y daña los ecosistemas nocturnos.

Impacto

La interferencia lumínica altera los hábitos de especies nocturnas y provoca desequilibrios en los ecosistemas, tiene efectos perjudiciales para la salud humana y animal, representa un obstáculo para el tráfico aéreo y marítimo y dificultades para la astronomía.

Grullón da cuenta del proceso de curiosidad que tuvieron pasadas generaciones de forma natural, “pero que los niños de ahora no lo tienen”. Se refiere al brillo de multitud de luciérnagas en la oscuridad del monte, después del período de las lluvias.

“Entonces que haya pocas luciérnagas es un indicador, primero, de que hay un mal ecosistema y segundo, de que la calidad del cielo no es buena porque las luciérnagas cuando hay mucha contaminación lumínica se confunden”.

Esto impacta en su reproducción y como consecuencia, ya casi no quedan luciérnagas, según el divulgador científico.

También da cuenta de las lechuzas como excelentes depredadores de plagas perjudiciales a la agricultura, pero, desafortunadamente, “las luces led las vuelven literalmente locas”, les afectan la visión y su vuelo -o su vida- culmina de manera estrepitosa contra postes y muros.

Grullón afirma que un exceso de iluminación afecta los niveles de alerta e impide conciliar un sueño profundo en los seres humanos, sobre todo si la exposición ocurre antes de irse a dormir. A lo anterior se suman todas las enfermedades que surgen como consecuencia de la falta de descanso.

Visibilizar esta situación y promover acciones preventivas permitiría recuperar la oscuridad nocturna y preservar la maravilla de observar las estrellas, al reconectar a la humanidad con una parte esencial de su herencia cultural e histórica.

Soluciones y mitigaciones

Madrid es un ejemplo interesante, explica Grullón, de como abordar el problema de la contaminación lumínica de manera efectiva. Allí cambiaron no solo el brillo de las luces, sino también el tipo de luz utilizada en una zona de la ciudad.

Al usar un espectro de luz más adecuado para las necesidades humanas y reducir el brillo innecesario, se logró disminuir la contaminación lumínica.

En lugar de anunciar públicamente el cambio, las autoridades optaron por implementar el proceso de manera gradual y sin previo aviso. El resultado fue que la gente no se dio cuenta y siguió operando normal.

Astroturismo

Plantea la posibilidad de aprovechar el potencial turístico de los cielos oscuros, creando experiencias de astroturismo. Esto no solo proporcionaría beneficios económicos, sino que también fomentaría la conciencia sobre la importancia de preservar estos cielos.

Los cielos se van perdiendo, “a medida que hay acumulación de grupos humanos grandes o más medianamente organizados”, sin embargo, el 40 por ciento del territorio nacional está destinado a parques nacionales, por lo que Grullón calcula que el país posee de un 20 a un 25 por ciento de cielos oscuros, sobre todo en el suroeste y noroeste.

Los cielos oscuros de Pedernales y Monte Cristi para el desarrollo del turismo pueden ser una estrategia única y atractiva.

Legislación y concienciación

Grullón y su grupo trabajan en la creación de normativas bajo la Ley de Medioambiente que protejan los cielos oscuros, limitando la contaminación lumínica y promoviendo prácticas sostenibles en el desarrollo turístico, sin comprometer la calidad de la iluminación.

Para abordarla proponen limitar la emisión de luz hacia arriba, entre otras.