La convención Nacional del Partido Revolucionario Moderno, con su carácter democrático, generaron entusiasmo no solo dentro del partido sino en todo el país, por el deseo comprensible de producir resultados positivos y también en función de los intereses particulares.
Estos factores pueden inducir fácilmente el voluntarismo político, tanto en la organización, como en la definición de candidaturas, plazos y fechas en la celebración de sus actividades fundamentales.
Para que una Convención partidaria sea exitosa deben participar todos sus dirigentes: estrategas, abogados, busca-votos, arribistas, oportunistas y “tontos útiles”, pero con límites que hay que imponer, para salir adelante.
Había que conocer bien el pasado para reutilizar sus aciertos y no repetir los errores. Por ejemplo, en lugar de dividir la selección de la dirección provisional (PRECOT), que duraría unos dos meses, pero que tomó más de nueve y no terminó; en tanto que la inscripción general (PREMIL), que debía prolongarse por nueve meses, solo duró dos; y que entonces se hizo convención para 80 mil los aspirantes, simultáneamente pero con jornadas previas de información y definición doctrinaria; tal como se hizo a partir del 1986 cuando el entonces PRD fue derrotado por el PRSC de Joaquín Balaguer.
Sin embargo, la dirección del PRM se dedicó a una tarea que parecía imposible para un partido que había salido de las entrañas del PRD, traicionado y secuestrado por el oficialismo; a la confección de un nuevo registro de militantes, y hacer a partir de esta un padrón electoral para su convención, y, posteriormente un Congreso para definir su doctrina y estrategia política hacia el poder.
El resultado de ese último proceso fue un éxito imprevisible, ya que muchos viejos militantes reingresaron, se retiraron antes de la elección primaria del año 2015 y no querían volver a hacerlo. Respondieron especialmente jóvenes que repudiaban el hegemonismo corrupto imperante, las que se manifestaron en las diferentes demarcaciones, que superaron todas las expectativas de inscripción en pocas semanas.
El evento convencional en su primera fecha del 18 de marzo se produjo en medio del entusiasmo general, estimulado por la aparición de varias candidaturas de calidad para convertirse en una organización capaz de hacer una verdadera oposición y prepararse para gobernar de acuerdo a lo que requiere el país en los momentos actuales.
Pero también era obvio que los preparativos y logística propias de la complejidad del proceso en que competían cerca de 80 mil candidatos en cuatro niveles diferentes, lo que requería más tiempo del previsto, sobre todo con la escasez de recursos que tiene esa organización.
Frente a ello propusimos que se flexibilizara su fecha de celebración, para poder contar con unos días más y hacerlo mejor. Sin embargo predominó el voluntarismo político y la improvisación para no cambiar la fecha y se sufrió las consecuencias de ese error; pero se están haciendo los esfuerzos para completar ese proceso y sin mayores contratiempos.
El desbordante entusiasmo de amplios sectores de la población frente a un proceso democrático ausente desde hace tiempo, debe opacar esas fallas.