La corrupción, ¿incrementa la violencia social?

La corrupción, ¿incrementa la violencia social?

Teniendo nuestro país aproximadamente la mitad  de la población en condiciones de pobreza (PNUD, 2010), ¿cómo explicar 2,900 millones de dólares en 10 años robados a la ciudadanía? (DPCA, 2010). 

Se presentan muchos escándalos de corrupción en reportajes de Nuria Piera, Alicia Ortega, Marino Zapete y por Participación Ciudadana, estos casos no son investigados, nadie cae preso y no se cancela a ningún funcionario que muestra un rápido enriquecimiento no correspondiente con su salario.

La corrupción es manejada con impunidad en la sociedad dominicana. Se pretende darle paños tibios con la celebración de congresos, seminarios, comisiones y demás. No hay respuestas contundentes desde la Presidencia, responsable de velar por la transparencia de los funcionarios que ha nombrado. ¿Ha sometido alguno a la justicia o los ha cancelado?

Esta situación de impunidad en términos del ejercicio de la corrupción se convierte en una gota más que se le agrega al vaso del clima de agresividad y violencia social presente en nuestra sociedad. Aumenta así el “sálvese quien pueda y como pueda”.

La ciudadanía se encuentra con una gran impotencia, solo a través del rumor se logra desinflar ese sentimiento de impotencia y agresividad que genera encontrarse cada día con funcionarios a los que hay que dejarle las calles limpias para que puedan pasar con franqueadores, ver los vehículos de lujo parqueados en mitad de la calle por hijos y cónyuges en lugares nocturnos y restaurantes, nuevos “jefecitos” como los que había en los 12 años de Balaguer.

Esta situación de enriquecimiento rápido y de opulencia que demuestran funcionarios, militares, legisladores y dirigentes políticos se convierten en una agravante de la desigualdad existente en la sociedad dominicana. Siendo la sociedad dominicana una de las más desiguales de América Latina (como bien plantea el último informe del PNUD de Desarrollo Humano en el ámbito mundial) la corrupción acentúa estas desigualdades y las convierte en un factor generador de irritación social, impotencia y con ello violencia social.

Esta violencia no se ejerce hacia los estamentos de poder que la generan (junto a muchos otros factores) sino que se muestra en las relaciones cotidianas e interpersonales. Solo tenemos que observar la violencia en el tránsito, en los hogares, en la escuela y en las relaciones vecinales.

La corrupción no es el único factor generador e violencia social, pues existen muchos otros causantes (que mencionamos en otros artículos), su presencia se convierte en la última gota que colma el vaso y que convierte el clima social en explosivo e irritante. Más aún cuando está acompañada de un vacío de respuesta desde los poderes Ejecutivo y Judicial.

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