La corrupción tiene muchas lecturas que crean confusión

La corrupción tiene muchas lecturas que crean confusión

En la medida en que los cauces por donde transitan las acciones públicas y privadas se han ido ensanchando, en esa misma medida ha ido aumentando la confusión en la sociedad, creando además, suspicacia cuando se habla de lucha contra la corrupción.
Pocos quiere admitir, algunos porque no les conviene, que hay sectores de poder económico, social y político, que con el tiempo han ido ampliando los parámetros por donde conducen su accionar, logrando de tal forma que muchos procedimientos considerados malos, reprochables y dudosos, con el tiempo se hayan acomodado como buenos y válidos.
Ese concepto de expansión y progreso asociados a parámetros amplios y cedazos ético-morales llenos de perforaciones, ha permitido que mucha gente sospeche que se facilitan operaciones económicas, políticas y profesionales sin muchos requisitos. Sin rebuscar la procedencia de los dineros, porque lo que se ha impuesto en el mundo globalizado, para todo, es producir, vender, comprar, gastar, ganar, escalar o trepar. Y eso se hace evidente en casi todas las conversaciones de la gente perteneciente a sectores medios y populares en cualquier lugar.
La comunicación, incluyendo los periódicos, televisión, radio, redes sociales y demás medios electrónicos, se ha encargado de mantener informada a la gente de todo cuando acontece. De lo cierto o lo inventado. Y en adición a eso, casi todos los pertenecientes a las clases medias y populares hacen análisis en las esquinas, salones y barberías, estaciones de combustible, vehículos de transporte o jugando dominó. Y los más expertos participando en las discusiones de los colmadones, donde cualquiera te canta el tango cambalache.
Pero la confusión igualmente aumenta, cuando la gente común ve a personas participando como miembros de estamentos sociales selectos, sospechando o conociendo que se han valido de mecanismos reprochables, o que han adquirido bienes con el beneplácito de las jerarquías políticas y empresariales por vía de acciones inescrupulosas o privilegios.
Y ese mundo que la mayoría de la gente ve o percibe, aunque algunos que no conocen el sentir popular pretendan ignorarlo, les ha hecho perder la fe a lo que se dice y se hace cuando se habla de corrupción. Porque cuando el cedazo que debe separar las conductas buenas de las malas tiene los hoyos tan grandes que caben todos, confunde a la gente y se hace más difícil erradicarla.
Tratar de inducir a la creencia de que todo el mundo está salpicado de ella, es un error. La mayoría del pueblo dominicano, aún estando al margen de acciones dolosas, también está siendo confundido. Y mientras el juicio popular no perciba que hay distancias entre algunos voceros anticorrupción con los imputados de esas acciones, se hará más difícil combatirla.
Pero además, como la corrupción es un mal moral y social, cuando algunas formas de proceder se generalizan y aceptan en los segmentos sociales altos, a la gente perteneciente a las capas medias y bajas, probablemente confundidos, pudiera no causarle tanto prurito cuando se habla de ella. La época es propicia para reflexionar sobre este delicado tema.

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