La cotorrita

La cotorrita

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Siempre se dijo que intereses petroleros norteamericanos contribuyeron al derrocamiento del gobierno presidido por Juan Bosch, en 1963, porque finalmente la “refinería” de petróleo fue contratada con la Shell, una empresa anglo-holandesa. Desde el principio ese negocio es igual al de amarrar perros con longaniza, ya que quien realmente ha resultado favorecido no es el pueblo dominicano, sino la empresa extranjera. Fue Juan Bosch quien denunció que la refinería de Haina no era una “refineria” sino una empresa que separa componentes de una materia prima llamada petróleo reconstituido.

Del petróleo crudo se obtienen más de 90 productos, pero a la “refinería” de Haina llega un subproducto del cual se obtiene gasolina, gas de cocinar y una que otra cosa más.

De inicio nos engañaron, nos mostraron un espejismo.

Luego que la cantidad de petróleo reconstituido no fue suficiente para suplir la demanda nacional, se autorizó a la “refinería” para que opere con derivados del petróleo importados directamente, permitiendo que la Shell gane el 50 por ciento, también, en esas operaciones.

El arquitecto Leopoldo (Polín) Espaillat Nanita asegura que el contrato original contemplaba una distribución de las acciones con el 50 por ciento en manos del Estado dominicano, el 25 en manos de la Shell y el restante 25 por ciento para las empresas Esso, Texaco y Sinclair.

Shell tiene el 50 por ciento.

En el monopolio de procesamiento, compra de productos terminados y distribución de los combustibles sólo hay ganancias, lo cual significa que Shell se ha servido con la cuchara grande al manejar compras, al precio que dice la empresa, fletes, al precio que dice la empresa, fijar precios, a conveniencia de la empresa.

Entre una corta y otra larga, como dice mi compadre José Cabrera, los precios de los combustibles son un misterio que se maneja de manera poco transparente entre Shell e Industria y Comercio.

Resulta imposible aceptar que esos negocios sucios no hayan contado con la complicidad de funcionarios que han cobrado su tajada. No es posible. Se perciben malos olores en esas operaciones.

En estos momentos hay un pleito de perros en el sector de los combustibles en el cual unos cuantos se benefician de la crisis, de los constantes altibajos de los precios, mientras el bolsillo de los consumidores sufre de manera innecesaria y excesiva.

Cada vez que sube el precio de los derivados del petróleo sube la cantidad de dinero que pagamos en impuestos y también suben las ganancias de Shell.

Polín Espaillat propone la creación de un ente estatal independiente que maneje las operaciones de los acuerdos con Venezuela. De ese modo nos ganamos el 50 por ciento que de manera tan gentil cedemos a Shell desde hace tantos años.

Con los dedos índices y mayor de cada mano se formaba un cuadro, se dejaba un hueco y se pedía a los niños que introdujeran un dedo, que la cotorrita no estaba y cuando al ingenuo le picaba la curiosidad e introducía el dedo, quien formaba el cuadro le metía la uña en el dedo: la cotorrita estaba.

Parece que la Shell aprendió el juego de la cotorrita y seguimos metiendo el dedo en el cuadro. ¿Hasta cuándo?

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