El mundo comienza a abrir sus ventanas otra vez y nos encontramos con una naturaleza más verde que nunca, los mares y ríos más limpios, la fauna recobrando espacios usurpados por la humanidad y la atmósfera más fuerte. La contaminación se redujo en casi un 8 % y eso significa muchísimo para el medio ambiente, tanto que el calentamiento global se enfrió un poco.
Pero lo que quiero significar es que no se trata de regresar a lo que dejamos, sino enfocarnos en nuevas formas de convivencia, producción y consumo. Estos meses de pandemia nos hicieron comprender que lo importante estaba más cerca de lo pensado, que el dinero sin salud no sirve de mucho, que el apoyo de tu familia y amigos es fundamental para sobrepasar las adversidades, que se pueden apagar las chimeneas y el trabajo seguir fluyendo desde otras industrias virtuales, que la inversión en salud es prioridad mundial y que el orden es necesario para sobrevivir.
Entramos a la era de la covidianidad, una palabra que deberá incluirse en los diccionarios porque será de uso frecuente. ¿Qué implica esto? El homo sapiens tendrá que ir adaptándose al sistema de virus ambiental, cada día se descubrirán nuevas curas, pero también nuevas enfermedades y las medidas de seguridad sanitaria serán permanentes. Si hoy seguimos aquí como especie es porque, justamente, logramos adaptarnos a los cambios y ahora nos toca de golpe.
El uso de mascarillas será cotidiano, ropa, una pieza más de vestimenta. Hay quienes la personalizan y hasta usan por día y colores. El distanciamiento físico también deberá de quedarse, junto con el lavado de manos y varias duchas al día si nos exponemos al exterior. Los espacios públicos ya no serán tan públicos, mientras que los privados serán únicamente para tu gente de confianza que viva contigo. ¿Las visitas? Yo te aviso.
En la parte laboral, esto implica reducir el personal casi a la mitad y replantearse si realmente es necesario pagar altas sumas de dinero en oficinas cuando se puede hacer a distancia. Es posible que algunos no vuelvan a sus escritorios y otros ni siquiera conserven sus puestos, quienes puedan adaptarse con mayor eficacia a la nueva era serán los que sobrevivan en el mercado. La digitalización del capital no tiene retroceso, la economía 3.0 ya está aquí, lo quieras o no.
Sobre las relaciones personales no hay mucho por agregar, ya ustedes saben que no hay celebraciones abiertas ni fiestas con multitudes. Se pide comida para llevar y servicios que puedan llegar hasta tu casa, siempre con la protección evidente de sanidad. La tecnología juega un papel fundamental en todo esto porque ha permitido que el sistema financiero no se desplome del todo, en su defecto, ha creado nuevas opciones de ingresos y consumo.
Entramos ante una nueva era, la era de la covidianidad. La lucha en este punto es con nosotros mismos, poder adaptarnos al cambio y reorientar el enfoque de la supervivencia. Como especie no vamos a sucumbir ante esta pandemia, pero si no logramos dar el salto a la individualidad colectiva es posible que lamentemos no haber tomado las medidas a tiempo. Nos toca usar la conciencia más que la paciencia, ganarles la batalla a nuestros propios demonios.
Les aseguro que esta no será la última amenaza que tendremos en el planeta o fuera de él y solo la evolución nos garantiza la perpetuidad. Esta nueva era nos demanda más que cualquier otra porque el cambio de paradigma no es biológico, sino psicológico. Cuando el cambio debe forzarse desde dentro es más difícil, pero no imposible. Yo inicié la metamorfosis, ¿y tú?