La creación poética de Valentín Amaro: Valoración intelectual, estética y espiritual

La creación poética de Valentín Amaro: Valoración intelectual, estética y espiritual

Natural de Gaspar Hernández (Provincia Espaillat, Rep. Dom., 1969), el poeta Valentín Amaro se formó en Educación Superior y se ha distinguido como profesor, creador y promotor cultural. Autor de los poemarios En el temblor de las visiones y El ave rasga su memoria (San Juan de Puerto Rico, Isla Negra Editores, 2014), títulos que evidencian la vocación de auscultación del sentido y del impacto de lo viviente en la sensibilidad y la conciencia de quien hace de las palabras el cauce de su creación y el fuero de su pasión.

El poeta parece vivir en armonía con la naturaleza en cuya lírica aflora el rumor del mundo. En todo fluye el sentido y el valor de la trascendencia, que la hondura del poema, en la sustancia de su lenguaje, asume, devela y exalta con su gracia singular, según reflejan los versos de Valentín Amaro, pues la luz de sus imágenes y la hondura de sus símbolos presagian los motivos que atizan su creación.

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La lírica de Valentín Amaro aborda la faceta estética de lo viviente con la dimensión sutil de fenómenos y cosas. La transparencia del sentido fluye en la poesía de Valentín Amaro, sabiendo, como sabemos, que el lenguaje de la lírica es indirecto, asociativo y polisémico, porque aborda la dimensión interna y esencial de lo viviente:

Desde la fría estación del barro
el ave rasga su memoria,
te grita en lo oscuro de su eterna soledad,
un azar de lluvias terminó su vuelo,
el deambular,
su acoso innumerable.
Padre, a veces sorprende la comodidad del cieno,
el desdén de los ojos, la mano sin temblor,
y esta indoblegable columna a pesar del polvo.
(Valentín Amaro, El ave rasga su memoria, p. 19).

Cada poeta intuye una luz del sentido y una señal, secreta y entrañable, de la realidad que ilumina su conciencia. La poética interior que concita el talento creador de Valentín Amaro, plasmada en sus poemarios En el temblor de las visiones y El ave rasga su memoria atiza su sensibilidad empática y su conciencia sutil para sentir la dimensión profunda de fenómenos y cosas con la emoción que inspira y la belleza que edifica.

La connotación espiritual de lo viviente es la apelación que experimentan los poetas para testimoniar sus percepciones entrañables, como lo hace Valentín Amaro en su lírica.

Intuición y memoria, sueños y pasiones, sensaciones y vivencias, apelaciones y cogitaciones concitan el talento creador de un poeta, como Valentín Amaro, que testimonia lo que intuye y canaliza lo que siente con la emoción de lo vivido y lo sentido:

Aún llueve
toda en ti derrama su furia la lluvia.
Desde dentro, una voz conocida te grita,
¿dónde vas?,
¿qué parto te sigue desde la sangre y el miedo?
¿Por qué esa extraña manía de hundirte en la soledad?
¿Por qué ese grito de tu noche?
Nada respondes
sabes de las fauces que prolongan las horas,
los extraños rigores que presagian el miedo,
de esta carga de vidente en la indiferencia de una ciudad
que levanta su falda a los viajeros.
¡Ah, el silencio de unas mauras que vigilan desde arriba!
(Valentín Amaro, El ave rasga su memoria, p. 25).

Valentín Amaro observa la realidad de lo viviente, pero no enfoca los datos sensoriales que tocan su sensibilidad, como lo haría un escritor realista, sino lo que esos datos sugieren o concitan, y, como un escritor interiorista, ausculta lo que las cosas esconden, o lo que concitan las facetas entrañables del fluir de lo viviente, o lo que inspira un dato sugerido o especulado del caudal de referencias visibles e invisibles, ocultas y entrañables, intuidas o inspiradas, sospechadas o reveladas y, entonces, como un mago de lo viviente, enfoca lo que el lector no sospecha que su imaginación concibe o lo que una faceta de la realidad o un brote sutil de los fenómenos desata la percepción de lo viviente y recrea lo que siente su sensibilidad o lo que concita su conciencia como tema o motivo de su creación poética:

Padre,
la casa no es la misma,
tras el sueño
los espacios se consagran a la agonía,
a la espera que sola se hace eterna, insalvable.
(Valentín Amaro, El ave rasga su memoria, p. 28).

Al formalizar su creación poética, el poeta es ‘asediado’ por el ‘duende’ de las cosas que reclaman su atención para ser tomado en cuenta y figurar en la sustancia de la creación de una obra que da cuenta, no de lo que sucede en la vida, sino de las señales de las cosas que apelan su mirada, cuyo sentido testimonia con actitud reverente y, confiado en que cuanto dice, revela o ausculta, es un eco de lo real, una faceta entrañable de lo viviente, un brote de los fenómenos sutiles del mundo interior de la realidad entrañable, como lo revelan los siguientes versos:

Así vives,
igual a ciertas memorias
que te gritan en la noche.
Al lado,
un loco intenta tocar la guitarra
y ríe despertando a tus lunas;
quieres gritarle que calle
pero te detienes, tú tampoco duermes
y presientes que el otro también lo sabe.
(Valentín Amaro, El ave rasga su memoria, p. 35).

El poeta no dice todo lo que sueña, aunque lo sugiere. Él no expresa todo lo que le dicta el Arcano, pero lo deja entrever. Asume el arquetipo cósmico (“Piedra”) como símbolo de la paciencia infinita:

¿Grita acaso el árbol
si desde tierno le cruza el alambre
y llora su sangre verde?
¿Grita acaso la piedra
su rodar?
Padre,
en estas horas donde el hombre pregunta
su condición de sombra y pesar
un ligero atisbo se acerca.
(Valentín Amaro, El ave rasga su memoria, p. 36).

En la arquitectura de estos versos, forjados a la luz de lo viviente, se percibe el impacto de la naturaleza en la sensibilidad del poeta, que resalta las manifestaciones líricas, estéticas y simbólicas en cuya creación canaliza su valoración del sentido de los fenómenos y cosas con cuya sustancia plasma el arte de su creación verbal.

El aliento inspirador de lo viviente atiza su talento creador, y, concitado por la energía interior de la conciencia y la energía entrañable de la naturaleza, recrea el sentido de una inspiración que exalta el valor de lo viviente con su identificación intelectual, afectiva y espiritual. Al decir que “el ave rasga su memoria” está sugiriendo que cada criatura se ausculta a sí misma, como lo hace el propio poeta desde el interior de su conciencia para conocer su función y su destino, lo que le corresponde hacer y crear en razón de su esencia, como lo está haciendo al revelar en las palabras lo que ausculta e intuye, lo que valora y crea, aunque lo haga con el lenguaje de las imágenes y los símbolos, que es la forma del arte de la creación verbal, que a su modo y manera tiene su función y dice lo que tiene que decir en ese ámbito estético y simbólico, arquetípico y especulativo del pensamiento y la expresión, y uno solo que entienda ese lenguaje justifica la tarea del poeta en esa sede estética del decir poético, como los pasajes en los que el poeta expresa lo que mueve su conciencia.

Un pensamiento profundo subyace en el trasfondo del lenguaje poético de Valentín Amaro. Y, en tal virtud, sabe auscultar no solo su propia conciencia con el lenguaje del yo profundo, sino el interior de lo viviente de fenómenos y cosas con el sentido trascendente de las irradiaciones estelares de los mundos sutiles. Aborda el misterio y las voces que traen hondas verdades de muy antiguas esencias que solo la poesía canaliza en sus imágenes metafóricas y su lenguaje arquetípico:

Llaga la tarde su muerte,
vamos sin trajes por el polvo
y son muros estos cuerpos
tendidos
al lenguaje del misterio.
Cuando escribimos, ¿quién escribe?
¿Quién acerca nuestros pies al caos
y aprieta nuestras gargantas?
(Valentín Amaro, El ave rasga su memoria, p. 55).

Entre los atributos intelectuales, estéticos y espirituales de la poesía de Valentín Amaro puedo apreciar los siguientes aspectos:

  1. Presenta una visión luminosa y transparente de la realidad, que asume como manifestación estética y espiritual de lo viviente.
  2. Recrea una percepción sinestésica de lo viviente, señal de una comprensión total del sentido de fenómenos y cosas.
  3. Revela una valoración afectiva, estética y espiritual de la realidad, que recrea mediante una sintonía armoniosa para su creación poética.

Los poemas de Valentín Amaro han sido publicados en diarios y revistas del país y el extranjero. Es miembro del Ateneo Insular y cultor del Interiorismo. En el temblor de las visiones, su primer libro de poesía, tiene dos impresiones, la primera por Ángeles de Fierro, y la segunda por la Sociedad Internacional de Escritores y Obsidiana Press de West Virginia. Su poesía está impregnada de un aliento cósmico en el que la persona lírica ausculta la Presencia infinita que alienta su sensibilidad y su conciencia. Su poema “En la fría estación del Padre” revela la sensibilidad espiritual de nuestro poeta:

Desde la fría estación del barro
el ave rasga su memoria
te grita en el oscuro
de su eterna soledad
en el sórdido errar de sus alas
Ya un azar de lluvias terminó la errancia
el deambular agreste
su acoso innumerable
Padre,
sorprende a veces
la comodidad del cieno
el sufrible desdén de los ojos
la mano sin temblar
y la indoblegable columna
a pesar del polvo.

Y su poema “Hoy te vi descender en una lágrima” revela el talento visionario de un creador que ausculta el sentido de lo viviente con el esplendor de las cosas bajo el aura del misterio y el sentido de lo trascendente:

Hoy te vi descender en una lágrima
mientras los hombres morían de ausencias
Vino luego un batir de alas
y no paré el llamado de oscuros sollozos
Ahí estabas, Padre
inefable y prístino
inescrutable…

Poeta con elevado sentido estético y espiritual del arte de la creación verbal, Valentín Amaro sabe lo que es la poesía, ausculta la realidad y el misterio de lo viviente y tiene una clara consciencia del valor interior y trascendente de fenómenos y cosas.

Santuario estético del Interiorismo
Ateneo Insular, Moca, 5 de febrero de 2025.