La creación poética

La creación poética

GUIDO RIGGIO
Es hora de entrar a conjeturar razonablemente sobre la importancia que tiene para el ser humano y su marcha evolutiva la creación poética.

Hemos podido observar que el lenguaje es un acto  de magia imperceptible, muy sutil, que coexiste  totalmente expandido y difuminado en todas las actividades humanas. Acto de magia  que mantiene a las masas y a los  individuos en un  estado letárgico de fascinación  permanente y  de estático espejismo, a espaldas de una realidad viva y cambiante.

En la creación poética, en el uso diferente y especial que el poeta  hace del lenguaje se esconde una acción liberadora que le permite al hombre despertar de su sueño  para  conducirlo así a  nuevos horizontes de consciencia.

Porque , al ser el lenguaje el código que sanciona al pensamiento es lógico pensar que al modificar este código, el poeta nos da  acceso a otros planos del saber y de la sensibilidad. Nuevos planos donde podremos  cifrar otros  nuevos pensamientos y horizontes capaces de evocar los nuevos estadios de la vaporosa y sensible realidad  que nos rodea.

El  poeta, con los nuevos giros que da a la lengua, es el que nos provee de  las nuevas categorías espirituales que serán capaces de albergar los nuevos procesos creativos liberadores del pensamiento.

Así, con esas nuevas voces se altera el rígido sistema de palabras hasta entonces empleado, y se incorporan en el hombre otros nuevos estadios creativos de la idea. Estadios donde  con nuevos bríos podrá  cabalgar el pensamiento; cabalgar  hacia otros lejanos horizontes  hasta entonces prohibidos por  la gestión esclavizante  de  una estancada lengua que lo rige.

El lenguaje, por el uso inconciente que de él hacemos, es el oculto culpable de muchos conflictos humanos. Somos víctimas de la turbia madeja de símbolos que hemos creado con la palabra. El lenguaje, la lengua,   muchas veces actúa como   una red de Babel que nos separa y nos confunde.  Somos hechura del símbolo, más que de verdades. 

Reencuentro en el Paraíso.

Sin embargo  la poesía con su singular voz es  la que nos permite   acercarnos a un estado de conciencia superior, ella nos aproxima tangencialmente al estado pre- simbólico de donde un día partimos.

Solemos decir con certeza: sólo  el decir poético con  su sensibilidad infinita es capaz de atrapar la realidad y las emociones  que siempre le acompañan.

Y  precisamente,  es la emoción contenida en el poema  la que provoca el efecto  alado,  porque es esa expresión cargada de emociones  la  que nos libera  parcialmente del símbolo del lenguaje que nos esclaviza y somete.

La emoción, que  es la más alta expresión del pensamiento sensible, está siempre presente, esparcida  en  la realidad que nos circunda y sólo la poesía puede atraparla.

Por esto el buen poeta, consecuente con la naturaleza del lenguaje, nunca tratará de capturar, definir o abarcar la realidad en su totalidad, siempre dejará el espacio, la libertad, la posibilidad al lector de penetrar al mundo mágico de la emoción que siempre está presente en el entorno.

El poeta  sólo  orientará al lector por los mundos de la imaginación, lo dotará de un adecuado espacio libre y abierto donde  la cárcel del símbolo del lenguaje que lo angustia y lo somete pueda ser burlada.

Todo poeta  que esté consciente de las limitaciones que le impone el  lenguaje, le conferirá  siempre un espacio al silencio, reservará para sí y su lector un lugar despejado y tranquilo para que el entorno con su  emoción  asome.

Debemos de hacernos conscientes de que al comunicarnos procedemos como meros esclavos de las estructuras simbólicas  que nos impone el lenguaje; estructuras que nos obligan a convertir  la realidad viviente   en “un sistema de palabras” con el cual falsamente creemos  poder  atraparla.

Más, el poeta que estas cosas percibe, agoniza pero no desfallece, porque vislumbra el ser viviente que palpita más allá de los límites de la forma expresiva; ser que pretende pescar  en las redes de sus confinados símbolos.

El poeta trata  de asir aquella realidad penetrante, aquella otra patria pre-simbólica, el paraíso sensible en donde un día vivió inmerso el hombre en  ausencia de la palabra.

Agoniza, porque sabe que el lenguaje, su instrumento de trabajo, ha sido la causa de su destierro, la causa del estado de orfandad en que se encuentra. Porque fue la lengua, la conciencia, la causa de su expulsión del paraíso. Fue esa conciencia la que le mostró al hombre su condición  de exilio y soledad; fue la consciencia- lenguaje la que lo arrojó de  su patria,  del estado pre- simbólico de donde un día partió.

No desfallece, porque la misma fuerza, el verbo que lo expulsó del paraíso, también le obsequió el espejo de esperanzas donde vio reflejado  su rostro de asombro y de tristeza; y  ello  le impulsa a perseverar en la esperanza de un triunfal regreso.

En síntesis

Los elegidos

Los poetas son  elegidos por el mundo sobrehumano para  liberar al hombre de la prisión del lenguaje. Ellos son los  señalados por los dioses para marcar  a los hombres los nuevos caminos del pensamiento, con ellos  podremos marchar  hacia el  mundo de la creación, hacia  mundo de la emoción y la belleza.

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