La creciente importancia de China

La creciente importancia de China

Bernardo Vega

Ya hoy día la mitad de la energía que se produce en Brasil, el país más grande de América Latina, proviene de fuentes renovables y especialmente de paneles solares. Y es que en los países ubicados en los trópicos donde abunda el sol, las mejoras tecnológicas logradas por China, al reducir extraordinariamente el costo de los paneles solares, así como de las baterías que estabilizan su producción, al acumular energía durante el día para gastarse en la noche, han provocado un gran aumento en la producción de energía solar, tanto en los techos de hogares y oficinas, como en las enormes fincas de paneles.

Lamentablemente, en nuestro país menos del 10% de nuestra producción de energía es de origen solar y, para colmo, nuestras tres empresas estatales distribuidoras de electricidad, las tristemente célebres Edes, luchan para que no se expanda la generación de electricidad de origen solar, porque les quita clientes, cuando esa energía solar lo que hace realmente es ahorra millones de dólares a nuestra balanza de pagos al sustituir combustible importado con los gratuitos rayos solares.

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El éxito chino al reducir los costos de producir paneles solares y sus baterías nos mueve a citar un muy reciente artículo de Thomas Friedman, periodista del “New York Times”, donde reporta sobre su reciente visita a ese país. Allí nos recuerda que hace ya apenas veinticuatro años China solo generaba un 6% de la producción industrial mundial, pero que se proyecta que en cinco años esta llegue a un 45%. Friedman nos explica cómo en China las fábricas operan en la oscuridad, ya que los robots no necesitan luz para trabajar y cómo en los hoteles el desayuno es servido por un robot a quien no hay que darle propina.

Trump iniciará una guerra comercial contra Pekín aumentando aranceles y, en represalia, China negará acceso a insumos básicos que requiere la industria norteamericana y que hoy día provienen de China. Para defenderse China moverá parte de su producción hacia terceros países y desde allí hacia el mercado norteamericano, como forma de evitar los aranceles de Trump. Los carros eléctricos chinos están rápidamente suplantando en el mundo a los norteamericanos y japoneses. La General Motors está en crisis y las dos principales fábricas de automóviles japoneses están por fusionarse para poder competir. Ya en República Dominicana muy pronto el grueso de los automóviles serán chinos, incluyendo los eléctricos que no operan con gasolina. En los avances de la inteligencia artificial todo indica que China superará a Estados Unidos.

Pero Friedman nos recuerda que no todo va bien en China. Un país donde los obreros comienzan a trabajar a las nueve de la mañana y terminan a las nueve de la noche, seis días a la semana, descansando tan solo durante un día. Ese agobio mueve a muchos jóvenes a tratar de salir a vivir a otros países. Han tomado nota de las represalias de Pekín en Hong Kong. Haría muy bien la administración de Trump si otorga visas de trabajo a todos los chinos que se están graduando en universidades norteamericanas.

Mientras tanto, en Costa Rica, el gobierno recientemente denunció que la empresa china que allí opera el 5G telefónico, Huawei, empresa estatal china, está escuchando las conversaciones privadas para obtener datos de inteligencia. En la República Dominicana cuando se hizo el concurso para el 5G durante el primer gobierno de Luis Abinader la licitación la ganó Huawei y las empresas norteamericanas en ese momento presentaron ofertas muy débiles. Con lo ocurrido en Costa Rica preveo problemas de Huawei en nuestro país. Ya los norteamericanos prohibieron el acceso a su mercado de exportación de productos de aluminio elaborados por una empresa china en una zona franca dominicana, alegando que la matriz en China utiliza mano de obra forzosa, el mismo argumento que ha estado aplicando en el caso del Central Romana.

Tendremos un 2025 saturado de temas chinos. Sabremos si China en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas seguirá bloqueando el envío de cascos azules al vecino Haití. Qué Confucio nos inspire. ¡Feliz año!

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