Comentario Editorial
A Ben Bernanke se le puede perdonar por sentirse un tanto lastimado. Con solo cuatro meses en el cargo, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos ha sido calificado como el novato que ocupó el puesto de un Greenspan.
En respuesta a una serie de comentarios que han influído en el mercado -primero cuando insinuó que habría una pausa en las tasas de interés, después cuando le dijo a un periodista que los mercados habían interpretado mal lo que quería decir; y posteriormente cuando le dijo a todo el mundo que le preocupaba la inflación-, los mercados están convencidos de que el señor Bernanke es una paloma inflacionaria que tiene que demostrar lo contrario.
No hay buenas razones para pensar que el señor Bernanke sea una paloma. Ni que las recientes pifias verbales del presidente equivalgan a un distanciamiento tan radical del historial de Alan Greenspan, quien también resbaló en ocasiones (aunque ligeramente más elíptico). En esta encrucijada crítica del ciclo económico de EEUU cualquier presidente hubiera tenido problemas para comunicar la trayectoria de la tasa de interés de la FED. De todas formas, justo o no, a las dificultades del señor Bernanke se le ha sumado la percepción de falta de credibilidad en los mercados. Probablemente, esto lo obligará a aumentar la tasa patrón más de lo que hubiera necesitado en otras, en momentos en que la maquinaria del crecimiento en EEUU está dando señales inequívocas de desaceleración.
Ese es, ciertamente, la visión del mercado de futuros, que espera una decimoséptima subida consecutiva en la próxima reunión del comité de mercados abiertos a fines de este mes y una probabilidad 50-50 de un nuevo ajuste en la de agosto.
Por supuesto, mucho del conservadurismo del mercado también se deriva del reciente aumento en la inflación central en EEUU, que ahora anda por 3.8% en un promedio de tres meses y 2-9% en seis meses, muy por encima de la zona de comodidad del señor Bernanke, entre 1% y 2%.
Sin embargo, el ajuste monetario se traspasa a la economía con un retraso significativo. También hay señales claras de que el crecimiento económico está perdiendo velocidad de acuerdo con las expectativas de la FED. Por ejemplo, la producción industrial en EEUU cayó 0.1% en mayo, significativamente por debajo de los pronósticos del mercado. Y los precios de la vivienda, que habían respaldado un fuerte crecimiento en el gasto de los consumidores estadounidenses durante los últimos cinco años, continúa perdiendo velocidad. Sigue siendo razonable suponer que el crecimiento económico en EEUU bajará a 3% o más en el segundo semestre de 2006, lo cual traerá una reducción en la inflación central.
Entonces, ¿por qué subir las tasas más de lo necesario? En pocas palabras, porque el precio de un crecimiento ligeramente más lento del necesario sigue siendo más fácil de soportar que tener un presidente en la FED cuyas credenciales anti-inflación siguen siendo cuestionadas. Como ha expresado este diario, la vida sería más simple si la FED adoptara un modelo para seguir la inflación en línea con muchas otras economías desarrolladas. Ese es también el objetivo del señor Bernanke. Mientras tanto, él tiene que prepararse para más turbulencia.
VERSION: IVAN PEREZ CARRION