La credibilidad de Bush descansa ahora sobre los hombros de Rice

La credibilidad de Bush descansa ahora sobre los hombros de Rice

WASHINGTON.- Se ha convertido en un cliché político de Washington decir que la crianza de Condoleezza Rice por padres ambiciosos que la impulsaron a la excelencia -como pianista de concierto, patinadora en hielo competitiva y jovencita instruida en español y francés- creó una mujer que ha vivido en un escenario durante la mayor parte de su vida.

No es un cliché decir que el jueves, cuando Rice testifique públicamente ante la comisión que investiga los ataques del 11 de septiembre, tendrá que ofrecer una actuación impecable como la mujer sobre cuyos hombros ahora radica la credibilidad del gobierno de George W. Bush.

Rice, asesora de seguridad nacional del Presidente Bush, fue el personaje sobre el asiento caliente más exhibido por los medios la semana pasada, con su rostro ceñudo mirando desde las primeras planas de los diarios y en la portada de la revista Time. Su celebridad provino de la realidad que surgió de las declaraciones ante la comisión de otros altos funcionarios del gobierno: Rice es el portero entre el presidente y toda la política antiterrorista de su gobierno.

Rice, quien llegó a la Casa Blanca como especialista en Rusia, formulará el argumento de que ella estaba por encima de la amenaza terrorista, y que no ignoró las sombrías advertencias antes del 11 de septiembre, como acusa Richard A. Clarke, el ex jefe antiterrorista del gobierno. Pero no se espera que Rice ofrezca alguna revelación ante la comisión que no haya hecho ya en una serie de entrevistas de medios, y es poco probable que cambie significativamente la percepción del público de que funcionarios del gobierno de Bush (y funcionarios del gobierno de Bill Clinton antes que ellos) no estuvieron tan ocupados con el desafío de combatir a Al Qaeda como debieran haber estado.

Rice sigue siendo la gran esperanza del gobierno, la brillante e hiper-preparada ex administradora de la Universidad de Stanford que habla con párrafos perfectamente formados sin revelar una chispa de duda. Bush se obstinó en que Rice no testificara públicamente. Citó el privilegio ejecutivo -la doctrina que sostiene que los colaboradores de la Casa Blanca no deberían tener que revelar conversaciones privadas con los presidentes- pero sus asesores de campaña estaban convencidos de que ella era la única que podía refutar mejor las acusaciones.

«Comprendo que el presidente esté tratando de sostener el privilegio de separación de poderes», dijo Charles Black, asesor de la campaña de reelección de Bush. «Pero al mismo tiempo, todos en el lado político querían que testiticara».

Al final, el estratega en jefe de la campaña -es decir, el presidente- cedió a lo inevitable. Se espera ahora que Rice pase dos horas y media ante la comisión. «Su testimonio va a ayudar al pueblo estadounidense a saber exactamente cómo cambió este gobierno sus políticas para hacer frente al problma del terrorismo, aun antes del 11 de septiembre», afirmó Terry Holt, el portavoz de la campaña de Bush. «Van a saber que en el espacio de pocos meses pasamos de una política de aplastar moscas a poner a Al Qaeda al principio de la lista».

Pero la comisión difícilmente va a dejar que rice tome su turno en el escenario sin ser desafiada, y los espectadores deberían esperar un interrogatorio agresivo. Algunos miembros de la comisión que se enojaron cuando Rice habló con todas las cadenas de televisión y de cable pero no con ellos, están considerando enfrentarla con segmentos de sus muchas entrevistas afirmando que la Casa Blanca estaba actuando vigorosamente contra Al Qaeda, y luego pedirle que explique cómo cuando mucha de la documentación muestra lo contrario.

La comisión también interrogará a Rice sobre contradicciones entre sus declaraciones públicas y las de otros funcionarios del gobierno. El 22 de marzo, por ejemplo, el vicepresidente Dick Cheney dijo al conductor radial conservador Rush Limbaugh que Clarke «no estaba en el circuito». Dos días después, cuando se le preguntó a Rice si consideraba un problema que su jefe de antiterrorismo no estuviera profundamente involucrado en la política antiterrorista, ella contradijo al vicepresidente. «No usaría la expresión ‘fuera del circuito»’, dijo.

Rice ofrecerá a los espectadores de las audiencias su análisis más cercano de la mentalidad del presidente, quien testificará ante la comisión en privado con Cheney. De hecho, las opiniones de Rice son las opiniones del presidente, porque los dos tienen una relación más estrecha que casi cualquier otro presidente y su asesor de seguridad nacional.

Rice, quien pasa la mayor parte de los fines de semana con el presidente y la primera dama en Camp David, así como largos periodos en el rancho de Bush en Texas, primero conoció al entonces gobernador Bush como su tutora de política exterior durante la campaña presidencial del 2000. En contraste con su comportamiento público de la última semana, Rice es irreverante en privado, y Bush simpatizó con ella como una mujer que podía explicarle el mundo en trozos convincentes.

Desde entonces, Rice ha dicho que las opiniones de Bush -lo que ella llama el idealismo del presidente- han sido influenciadas fuertemente por el realismo académico de ella, y que él influye en ella tanto como ella influye en él. De cualquier manera, Rice y Bush marcharon en filas cerradas sbre la guerra para derrocar a Saddam Hussein en Irak.

Los críticos de Rice dicen que ela ha pasado tanto tiempo siendo la amiga y asesora del presidente que perdió de vista un elemento crítico de su puesto: manejar la política exterior del gobierno. Miembros de la comisión están seguros de que la interrogarán sobre su estilo de administración, y cuán atenta estuvo realmente a las advertencias de Clarke previas al 11 de septiembre sobre la posibilidad de un ataque terrorista catastrófico.

Rice ha dicho desde hace tiempo que ella planea dejar su puesto a fines de año y regresar a una vida más normal en California, y que un mandato en el centro del escenario en la Casa Blanca es suficiente. «Esa sigue siendo su postura», dijo el amigo de Rice Coit Blacker, director del Instituto para Estudios Internacionales de la Universidad de Stanford y ex especialista en Rusia en el Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de Bill Clinton.

Dejando de lado el acto extraordinario del testimonio del jueves, también es posible que Bush, si es reelegido, pida a Rice que se quede, ya sea en su puesto actual o en otro. Amigos dicen que es improbable que Rice rechace al presidente, y que ella tomará su lugar en el escenario, como le enseñarn sus padres, por otros cuatro años.

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