“El periodismo ha perdido la seriedad e influencia que tenía”, afirmó el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, durante la ceremonia de entrega del XII Premio Don Quijote de Periodismo que patrocina la empresa española Tragsa, con la participación del mismo jurado que sirve a los premios Rey de España.
“Hoy, salvo excepciones de una minoría que se interesa por el periodismo de investigación o de opinión, el periodismo es instrumento de diversión”, aseguró el escritor peruano a lo que podríamos agregar, que en nuestro medio también es un instrumento de manipulación y desinformación.
Al abundar sobre el tema, el escritor recordó que lo que decían los periódicos era una verdad que se acataba y en eso tiene razón, pues de muchacho recuerdo cuando cualquier información o cometario adquiría visos de realidad con la frase: “eso salió en el periódico”.
Sobre sus críticas a la banalización y entretenimiento en que han caído los periódicos, en nuestro país ese fenómeno se aprecia más en los programas de radio y televisión y en el periodismo digital que con frecuencia adolecen de males peores que los señalados.
El periodismo actual, aunque con sus excepciones, ha caído en un estado deplorable, donde comunicadores con poco sentido ético-profesional se prestan a exaltar o a detractar a ciudadanos y figuras públicas por encargo o conveniencias personales y políticas. Es un mal, peor que la banalidad.
En un año electoral, con todo el movimiento de opinión que generan los intereses políticos, los responsables de medios de comunicación tienen que mantenerse alertas para no dejarse sorprender por informadores, que si los dejan, convierten sus medios en instrumentos políticos partidarios.