La revelación de las maniobras de un extraditable narcotraficante, de cómo había colaborado con algunos candidatos presidenciales para sus objetivos electorales, revela el peligroso juego en que se han sumergido sectores de la clase política, al coquetear con los magnates del narcotráfico, aceptándoles generosas contribuciones para sus proyectos políticos.
El extraordinario volumen de dinero que mueve la comercialización de las drogas en los principales centros de consumo de Estados Unidos y de Europa, obliga a los dueños de esas fortunas a acceder a sectores que antes les estaban vedados. Poco a poco han penetrado, en un hábil blanqueo de dinero, que se riega por el mundo inmobiliario, el sector financiero y el turístico, aparte de otras actividades ilícitas como el juego y la prostitución, de manera que adquiera patente de legalidad, lo que genera un vicio incontrolable en los países ricos del hemisferio norte del planeta.
Es una calamidad que afecta a los países, en donde la criminalización de la clase política es un hecho lamentable, ya que el afán por el dinero que exhiben los políticos en todos los países, los obliga a comprometerse con un sector delincuencial que no se detiene ante la prosperidad que se les genera a ellos por la demanda de un producto que tienen al sector joven de muchas sociedades sumergidas en un vicio irreversible.
Los narcotraficantes ya no se conforman con acumular dinero u ostentar sus riquezas en lujosas mansiones, aviones, yates, carros de súper lujo o adquisición de cuadros de pintores famosos o darse el gusto de vivir esplendorosamente. Ahora se consideran con derecho y fuerza para introducirse en otros sectores, en donde sus aportes generosos, le ayudarían a cambiar la imagen de su actividad. Eso coloca a los países de rodillas frente a los narcotraficantes, al convertirse en seguro trampolín para la droga que va a los Estados Unidos y a Europa, con relativo éxito, pese a los continuos descubrimientos de importantes alijos de drogas que son decomisadas rápidamente por las autoridades.
Conociendo la atracción por el dinero fácil que exhibe la clase política, los magnates de la droga en los países de consumo, de trasiego o de producción, se han dado cuenta de la enorme cantera que tienen a su disposición para lograr protección en sus actividades.
En muchos países en especial, en los latinoamericanos de tránsito de producción de la droga, esos narcotraficantes gozan de protección policial y militar y otros privilegios increíbles, como el de estacionar sus naves aéreas junto a las oficiales, y de ser escoltados por las autoridades en los traslados de sus cargamentos de drogas hasta los puntos de embalaje y de embarque hacia el exterior.
La criminalización de la clase política es un hecho que afecta casi a todos los países. Por la forma tan encubierta como se lleva a cabo, es difícil de detectar, contribuyendo a que la corrupción se extienda y atrape cada vez más a los políticos, que en muchos países, no tienen reparos en exhibir sus bonanzas repentinas, pero en otros son más cuidadosos y se cuidan de dar a conocer sus prosperidades, prefiriendo un encubierto canal bancario, de acuerdo a ejecutivos de esas instituciones, para llevar a cabo interesantes transacciones financieras.