La crisis de la calidad de las aguas nacionales y sus consecuencias

La crisis de la calidad de las aguas nacionales y sus consecuencias

La crisis de insostenibilidad de los ecosistemas acuáticos de aguas dulces, más allá de sus impactos ambientales, viene generando graves problemas socio-económicos y de salud publica en el mundo, que afectan de forma dramática a los países empobrecidos o en desarrollo. Se estima que más de 1,100 millones de seres humanos tienen graves problemas para acceder cada día a aguas de buena calidad.
En República Dominicana, aunque las consecuencias sobre la salud pública no son aun tan trágicas, los problemas de calidad de las aguas ya se sitúan en el centro de las preocupaciones de muchos sectores del país. De nuestra parte consideramos que la degradación de la calidad de los recursos hídricos nacionales es el problema medioambiental que más debe preocuparnos en materia de gestión de aguas, ya que la degradación de la calidad disminuye la disponibilidad del recurso, repercute de manera directa en el estado de salud de todos los ecosistemas y en las condiciones socio-económicas de la población.
Desde un punto de vista global, los ríos constituyen un sistema de transporte por el que se evacua el exceso de lluvia y de producción sobrante de un territorio hacia el mar. La materia orgánica es transformada dentro del río por procesos físicos, químicos y biológicos. Dicho proceso es lo que se conoce como capacidad de autodepuración del río. Una parte importante de estos elementos se incorporan al propio sistema acuático y otra es exportada hacia el mar. Esta capacidad de transporte y procesado de los ríos, ha hecho que el hombre los haya utilizado desde siempre como vertederos.
Hasta hace relativamente pocos años (unos 45 años), los ríos en nuestros país tenían tiempo y ocasión de auto depurar las aguas residuales que recibían de una población, antes de llegar a la siguiente, situada aguas abajo. Pero el consumo creciente de agua con el aumento de la densidad de la población y el desarrollo agrícola, industrial y agroindustrial ha ocasionado un aumento considerable de la carga contaminante que llega a nuestros ríos, excediendo con creces su capacidad de autodepuración. Ejemplos de esto son los casos de los ríos Yaque del Norte, Yuna, Higuamo, Ozama, Isabela, Haina, San Juan, Soco, etc.
La contaminación de los ríos dominicanos ha llevado consigo una pérdida de valor de usos y actualmente constituye uno de los problemas medioambientales más graves del país. Actualmente, el agua en los cursos medios y bajos de los principales ríos del país no pueden ser utilizadas para el consumo humano. Los factores más importantes de contaminación son las aguas residuales, domésticas e industriales, las aguas sobrantes del riego en la agricultura que han sido enriquecidas con abonos, plaguicidas y herbicidas, el agua de escorrentía después de talas o incendios que movilizan una elevada proporción de nutrientes contenidas en el suelo, la penetración tierra adentro de las cuñas de agua de mar debido a bombeo excesivo y mal diseño y ubicación de pozos, que están contaminando los principales acuíferos subterráneos del país. Además, otro factor como la minería, que tiene una incidencia marcada en la degradación de la calidad de las aguas nacionales.
Dentro de un clima mundial propicio al desarrollo de la temática del Agua se dio lugar a la celebración por Naciones Unidas del Decenio Hidrológico Internacional. En este contexto fue aprobada en Estrasburgo, el 6 de mayo de 1968, La Carta Europea del Agua. Su principio rector estuvo basado en que “el Agua no ofrece fronteras y constituye un problema humano”.
Su texto fue condensado en doce principios dirigidos a todos los gobernantes de todos los pueblos del mundo, principios que han estado presentes en diferentes foros y conferencias internacionales, desde su promulgación.
Por su relevancia como principios que deben ser rectores de la gestión del agua, transcribimos los relacionados con la calidad del recurso.
Tercero. Alterar la calidad del agua es perjudicar la vida del hombre y de los otros seres vivos que de ella dependen.
Cuarto. La calidad del agua debe ser preservada de acuerdo con normas adaptadas a los diversos usos previstos, y satisfacer especialmente, las exigencias sanitarias.
Quinto. Cuando las aguas, después de utilizadas, se reintegran a la naturaleza, no deberán comprometer el uso ulterior, público o privado que de ésta se haga.
Hemos ignorado estos principios desde la a hasta z. Con nuestras actuaciones hemos sometido nuestros ríos a una fuerte perturbación que acelera los ciclos naturales, transmitiendo dicha perturbación de unos ecosistemas a otros. Con el gráfico de la circulación de las aguas residuales no tratadas que se presenta a continuación se ilustra la anterior aseveración. El gráfico muestra la tradicional utilización de los ríos Higuamo y Soco como evacuadores de residuos urbano y agroindustriales.

Publicaciones Relacionadas