POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
En los ultimos años, por culpa de un entusiasmo fabuloso en la Muestra Internacional de Cine, he tenido que volver al festival de cine de la Habana, el famoso festival del nuevo cine latinoamericano, del que he sido un invitado permanente, desde esos locos años de los 80s (con suerte),es decir 1987, cuando entre tumbos y tumbos, sin avisar una ex amante te apresiona en un ascensor y en menos de 5 segundo,grandes ojos obligan al recuerdo, todo pasa por tu memoria y la vieja plaza medieval de Bruselas apenas es una burbuja del recuerdo en un simple ascensor habanero, entonces recordar el libro Le Chagrin du belges, de Hugo Claus (La tristeza de los Belgas), es apenas un maravilloso suspiro.
En aquellos tiempos, el cine latinoamericano tenía en el festival de la Habana, su mayor escenario, su gran fraternidad, su gran solio de querella y aguanta lágrimas…
El Fondo de Muerte Internacional, apenas ensayaba sus leyes y normas para nuestro continente, porque la moda de las privatizaciones aseguraban un destino nacional próspero, como un deseo de año nuevo sórdido y tardio, lleno de tormentos que los fuegos artificiales ensordecedores, solían encubrir con su fastuosidad de brillo y colores.
Al cabo del tiempo hemos llegado al 2004, son 20 años de experimentos en las políticas sociales y económicas, mientras el cine y la gente de cine en América Latina, buscaba vías desesperadas para crear un nicho de creatividad apetecible y digno : porque existe aún una tarea creadora de un cine de portento que ha mostrado en muchos escenarios internacionales y nacionales, la validez de un talento existente, que aquí quede claro: no he defendido nunca el cine latinoamericano por el simple hecho de ser latinoamericano, no creo en eso. Me anima el el talento que he visto en la pantalla, la gente que a lo largo de todo este tiempo he conocido en el mundo con la misma ilusión que hoy me anima : la autoconciencia de un talento mermado de proyección en un continente ávido de pantallas para sus fabulosas historias.
EL CONCEPTO DE PRODUCCION MULTIPAíS
En venezuela la experiencia de la película Punto y Raya (2004), de Elia Schneider, revela ese criterio de búsqueda a como de lugar, para poder producir una película que ha terminado involucrando en su producción a varios países, fórmula que es cada vez más fácil para lograr el destino final de una simple producción fílmica, lo que implica de parte de los interesados, una capacidad de gestión muy muy especial, pero para estos arreglos, será necesario tener la seguridad de un talento dispuesto a ponerse a prueba en todos los campos posibles.
La idea de muchos paises para producir una película, además, nos muestra la necesidad que tienen un equipo de producción, para que su producto final tenga en tres o cuatro paises de América Latina, una representación aceptable y confiable en el tema de la distribución fílmica, porque de este modo la película como resultado final, logra en otros paises una distribución confiable, ajustados a un esquema de producción por convenios, de este modo el interés por bien distribuir la cinta, de modo local, es más asegurado.
En otras palabras, mientras más países de América Latina acepten el reto, mayor territorialidad de circulación tienen las películas producidas en el continente con ayuda de España y su sistema Iber/media…
Sin embargo, en el proceso de crisis de America Latina en la última década, por una razón que es explicable, Argentina logró un fenómeno particular: mientras mas grave era la crisis, más películas argentinas se hicieron con grandes éxitos en los mercados extranjeros y reflejando por parte de los argentinos, una fe surrealista en su cine, en su país y en su modo de vida.
Obviamente nombres como Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Lisandro Alonso, Adrian Caetano y Diego Lerman, entre otros, corresponden a una forma de hacer cine argentino que rompe el esquema de los estudios generacionales, en todo caso (todos estos directores y directoras, en el caso de la Martel) pasaron por la Habana con excelentes tarjetas de presentación, creando el marco de un cine donde la condición humana y el alegato de un país más justo, crearon una constante apreciable.
En cuanto al auge del cine yuxtapuesto a la crisis en la Argentina, mucho se has especulado, llegando algunos a insinuar que en un momento determinado de la crisis, invertir en el cine era una especie de ruleta rusa en la que muchos, más que la tragedia, encontraron la multiplicación de sus capitales, agregemos a ello el drama del monopolio de la distribución del cine en la Argentina, ello explica todavía, la oferta que una vez hiciera a la Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo, un director exhibidor, hace apenas tres años, para exhibir películas interesantes que todavía estaban enlatadas y guardadas, porque no tenían lugares de exhibición, se refería especialmente a dos puntos geográficos:
Buenos Aires y Cordova.
LA MUESTRA INTERNACIONAL DE CINE DE SANTO DOMINGO Y EL CINE LATINOAMERICANO
Creo que 5 ediciones de una Muestra Internacional, son suficiente para saber cuáles son las tendencias generales de ese evento en relación a una cinematografía regional..
La Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo, ha dado mucha participacion en sus programaciones a los siguientes paises de America Latina, colocados aquí segun volumen de peliculas y orden de presencia en la Muestra:
Mexico,
Argentina
Chile
Colombia
Peru
Cuba
Venezuela.
CINE LATINO, MADE IN USA
Este orden revela la importancia que lo largo de 5 años la Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo, ha otorgado al cine latinoamericano.
Con ello la Muestra Internmacional, ha dado ejemplo de creer en el talento existente en América Latina, la Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo, ha logrado converirse en el Caribe, en una pantalla internacional para hacer conocer, vía la pantalla, realidades que nos atañen, retratos sociales y humanos, que nos contienen, a veces a pesar de nuestros deseos.
Si la crisis del 2004 impide a la Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo, tener menos películas latinoamericanas, no se debe a la Muestra misma, en todo caso, se debe la propia realidad actual de nuestro continente, donde producir películas equivale a ponerle bragas a un pulpo, nunca mejor dicho, pero no en gallego.