La crisis del plátano nos obliga a pensar en el consumo inteligente

La crisis del plátano nos obliga a pensar en el consumo inteligente

Alguien dijo que “de las crisis surgen las oportunidades”. La resistencia a pagar el doble y en algunos casos el triple por un plátano, alimento del que forma parte nuestra cultura alimentaria, nos convoca a una gran reflexión sobre el concepto de consumo inteligente expresado en el título de esta entrega.

Qué es el consumo inteligente? Es la capacidad de los ciudadanos para cambiar hábitos -por lo menos de manera momentánea- cuando un producto o varios se encarecen en el mercado y así no darle espacio a la especulación y resguardar sus intereses económicos cuando el presupuesto se altera por lo volátil que se vuelve el mercado con los productos sensibles, en este caso el renglón de los alimentos.

El consumidor inteligente piensa y planifica antes de ir a comprar, no compra de manera compulsiva porque entiende que la compulsión es enemiga de la planificación y sí amiga del que tiene la capacidad de almacenar, crear escasez artificial para especular con los precios y otras malas prácticas del mercado.
De la crisis del plátano todos sabemos las causas: la sequía, que no solo afecto a la musácea, sino a la mayoría de los productos del agro cuyos precios se han disparado y por eso se siente las alzas de precios de los tubérculos como la yuca, batata, ñame y yautía, los cuales solían ser sustituto del plátano.

Los precios de estos rubros agrícolas tienen ansiosa a la población, porque ve afectado su presupuesto y también sus hábitos alimenticios.

Un consumidor inteligente debe saber sobre los productos perecederos, primero para no comprar para almacenar, y segundo para evitar que el que lo provee llegue al abuso contra quien de manera ansiosa acude a adquirir el alimento.

Con el plátano nos hemos comportado como si fuera un producto que comería por última vez; eso también ha incidido para que sea ofrecido sobre los 25 pesos la unidad en algunos colmados de la capital-el plátano se madura a los tres días y se pudre a los seis con las temperaturas actuales, por lo que no es aconsejable comprarlo para almacenar.

Ante el alza del plátano y de otros rubros agrícolas debemos pensar de manera inteligente, de tal manera que el alza no nos afecte ni económica ni sicológicamente. Cuando actuamos de manera compulsiva se afectan las dos cosas: por un lado pagamos más caro y por el otro nos abrumamos como si no tuviéramos alternativas.

Otra información que debemos manejar los consumidores es la de los productos de temporada. La producción agrícola es cíclica, tiene sus épocas y aunque siempre tenemos lo esencial para satisfacer la demanda, hay que ver cuándo está en producción, en periodo de cosecha. Por ejemplo estamos pasando la época del aguacate “criollo” el que se produce entre verano y otoño, disfrutamos hasta de los que nos regalaron los vecinos que tienen matas en sus patios.

En el año 2011 se produjo la crisis de los cereales, se avizoraba una gran hambruna, eso no pasó, y los dominicanos- que no le hicimos mucho caso porque había suficiente arroz- la pasamos, porque definitivamente que las crisis son cíclicas. Después de la crisis de los cereales, los precios volvieron a su estado habitual, e incluso bajaron, como es el caso actual.

El fenómeno de la carestía de los productos del agro, motivado por la gran sequía que nos afecta, nos lleva a pensar también en que en un mercado abierto como el nuestro, abundan las ofertas de productos alternativos que pueden ser sustitutos temporales de nuestro consumo acostumbrado.

Con ello no pretendemos motivar a cambiar nuestros hábitos alimenticios ya que ello significa cambios dramáticos en nuestra cultura alimentaria, que es lo que nos define como pueblo. Cómo prescindir de un buen mangú encebollado? Pero debemos ser inteligentes, racionales y no dejarnos llevar por la compulsión.

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