La crisis del PRD y las confusiones de Juan Bolívar

La crisis del PRD y las confusiones de Juan Bolívar

En su último comentario en HOY Juan Bolívar Díaz insiste en confundir el origen y las causas de la crisis del PRD, volviendo a orillar hacia enfoques erróneos y conclusiones desviadas de la realidad objetiva.

 Hace múltiples imputaciones que no se demuestra, como obliga el rigor intelectual, y deja una penosa sensación de frustración entre muchos que algo aprendimos de él sobre el arte de la exposición y el debate de las ideas.

 Se pierde una vez más al afirmar que la actual crisis del PRD se “inició en la convención de 2011”, pues esta profunda fractura nació hace 9 años, cuando contraviniendo los principios perredeístas el PPH hizo una reforma constitucional con el único objetivo de extender 4 años más el mandato de Hipólito Mejía.

 Para ello, como ocurre siempre que la ambición desmedida de los políticos los empuja al continuismo, cercenaron derechos de otros perredeístas y vulneraron la institucionalidad y los principios del partido.

 Díaz limita las divergencias al ámbito personal, aunque tienen su asiento en las posiciones asumidas por uno y otro frente al proceso institucional del país.  

 En 2010 Miguel Vargas hace incluir en la Constitución de la República la prohibición de la reelección presidencial, como lo hicieron José Francisco Peña Gómez en 1994 y Juan Bosch en 1963.

 Hipólito en cambio, modifica la Constitución en 2002 para forzar su reelección, siguiendo los pasos continuistas de Joaquín Balaguer, Rafael Trujillo, Lilís, Buenaventura Báez y otros que, como Horacio  Vásquez preferían “que entre el mar”, antes que ceder la opción presidencial.

 A partir de su acenso al poder en el año 2000, Hipólito inicia un proyecto de hegemonía al interior del PRD que lo convierten en hilo conductor de las derrotas en las elecciones de 2004, 2006, 2008, 2010 y 2012, y desde ya revuelve las aguas blancas para si no es el candidato en las elecciones de 2016, “que entre el mar”.

Hipólito perpetúa a figuras que llevan más de 50 años ocupando los puestos dirigenciales y de representación del Estado, Miguel impulsa como nunca antes la emergencia de las nuevas generaciones, haciéndoles sus espacios en los puestos de mando del partido y las posiciones congresuales y municipales, COMO NUNCA ANTES.

 Ahí están parte de las verdaderas causas de la crisis perredeísta, evidenciadas con hechos incontrovertibles que desbordan los malabares con que el amigo Juan Bolívar Díaz se desenfoca al abordar la crisis del PRD.

De donde son los cantantes.

En 2011, advertido de que no tenía posibilidad competir con Miguel Vargas por la nominación presidencial, Hipólito sirve a la estrategia del PLD de escogerlo como candidato. Más de 366 mil PLD PRSC lo imponen como candidato en una “elección” decidida por unos 36 mil votos.

 Por las múltiples y gravísimas irregularidades de esa convención del 6 marzo de 2011 es que Díaz asume que la crisis viene de ahí. Y ha lugar par creerlo, pues esa “convención” fue una ignominia para la competencia política en nuestro país, porque:

 Fue extendido de manera ilegal el horario de votación, pese a denuncias de que la votación masiva de peledeístas y reformistas se produciría al cierre del sufragio. El presidente de la Comisión Organizadora declaró que extendió el horario por decisión personal, porque quienes podían acompañarlo en aprobar la decisión se encontraban en el interior.

 Pero varios días después apareció un acta en la que los integrantes de la comisión proclives a Hipólito testimoniaron con sus firmas  que “siendo las 4 de la tarde del 6 de marzo de 2011, decidimos extender el horario de votación…”

 La comisión rechazó sumariamente una solicitud de revisión al precandidato Vargas, lo cual es de rigurosa obligación en cualquier elección democrática. Proclamó al precandidato presidencial Hipólito Mejía antes de completarse el escrutinio.

 Secuestró el padrón de concurrentes, que podía determinar posibles irregularidades en las votaciones. De las listas de Santiago, Geanilda Vásquez acusó a Esquea de sustraerlas.  

 Replico a Juan Bolívar con hechos y datos, no solo porque son más eficaces que los prejuicios y las especulaciones sino porque me guardo municiones argumentales que prefiero no usar contra alguien de quien conservo bonitas experiencias de trabajo, aprendizaje y amistad.

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