La crisis energética

La crisis energética

En el día de hoy, ya casi nadie niega que el servicio eléctrico ha colapsado, en la medida que los usuarios sufren el doble problema, sin solución aparente, de suba creciente de las tarifas mensuales y de baja constante de tiempo con luz o empleo productivo de la energía.

Diariamente, «apagones» de 15 a 20 horas fotean sin piedad viviendas, empresas y entidades estatales y públicas, no obstante los discursos cada más frecuentes de funcionarios gubernamentales y técnicos extranjeros de que tanto la falta de energía como la hemorragia financiera de las compañías eléctricas se van a resover a corto plazo, bajo el manto de la liberalización de los mercados y la desintervención del Estado, en provecho del gran capital transnacional.

Sin embargo, tales representantes del gobierno central y organismos internacionales ocultan que la contracción de la tasa de producción energética de las empresas generadoras de electricidad Eges se lleva a cabo en vista a inflar ficticiamente la disponibilidad de divisas del Banco Central y a contraer absolutamente los costos de dichos negocios privados, sobre todo si se toma en cuenta que algunas corporaciones firmaron contratos estatales que les garantizan ventas pecuniarias por energía no producida.

El recorte de la cantidad ofertada de electricidad implica adelantar menos insumos energéticos al proceso productivo y, por consiguiente, importar menos volumen de combustibles, a los fines de contener la presión hacia arriba de la tasa de cambio de pesos por dólar. Esta operación de manipulación de la tasa cambiaria, mediante ajustes a la importación de hidrocarburos, es probablemente la única «contribución» realizada por las sucesivas autoridades monetarias a la gestión del peso dominicano, después de la desaparición de la dictadura trujillista en 1961.

Si bien es cierto que el consumo de menos combustibles en la producción de energía eléctrica disminuye los costes variables totales, no menos verdad es que aumenta el costo unitario y, más aún, dispara por las nubes el precio final por unidad kilovatio/hora kwh .

En la actualidad, el precio de producción unitario de las Eges ronda por encima de US$0,09 por kwh nueve centavos de dólar por kilovatio hora , mientras el precio de quiebra y el de cierre de las empresas distribuidoras de electricidad Edes giran respectivamente alrededor de US$0,18 por kwh y US$0,16 por kwh. Pero como no hay negocio que tarde o temprano no arroje beneficios, estas últimas compañías, en especial la empresa privada, han programado vender en los próximos meses a casi US$0,22 el kwh.

El exhorbitante precio de venta de las Eges y el astronómico incobro de las Edes, por rezones de pérdidas técnicas, incapacidad administrativa y hurto, influyen, sin lugar a dudas, en el registro de ascendentes deficits en las segundas empresas frente a las primeras, tanto más el «default estatal» se expresa en atrasos aculados de subsidios pactados y el «síndrome Fenosa» a menores cobranzas más altas tarifas a la clientela y, por otro lado, a mayores pagas a las generadoras más transferencias corrientes se apodera de las gerencias corporativas.

La modalidad de fijación de precios en el mercado eléctrico es, además, otra razón que explica el abultamiento de los faltantes financieros. En el negocio oligopólico doméstico, los precios de la electricidad se establecen de acuerdo, por una parte, a la supuesta indexación verificada en los valores asignados a la consumación eléctrica, según diferentes rangos tarifarios, en base a la inclinación de las cotizaciones de los combustibles petroleros en los mercados internacionales y la declinación del valor del peso con relación al dólar en los mercados nacionales, y, por la otra, la consideración como referencia de las empresas más ineficientes y no las que declaran las cotas de precios más inferiores en la estructura mercantil.

Entre enero y junio del corriente año 2004, la Superintentendencia de Electricidad SIE

ha reformulado la estructura tarifaria de la energía eléctrica de la siguiente manera: el estrato de consumo de menos de 200 kwh bajó de US$0,0808 por kwh a US$0,0639, en tanto el estrato comprendido entre 201 y 700 kwh se mantuvo prácticamente estancado

en el nivel de US$0,1393 por kwh. Sólo los estratos enmarcados entre 701 y 1000 kwh y de más de 1000 kwh computaron aumentos sucesivos de US$0,1393 a US$0,1759 por kwh y de US$0,1393 por kwh a US$0,1752.

En realidad, hay que aclarar que el primer estrato de clientes, compuesto por hogares muy pobres, paga US$0,1028 por kwh, en razón de la suma por kilovatio hora del pago de la tarifa de US$0,0639 y la transferencia corriente de US$0,0389. Esta última tiene lugar gracias a un subsidio mensual de 670 millones de pesos, aportado por el gobierno central a las Edes.

Por tanto, carece de fundamento la reciente recomendación, formulada públicamente por la presidencia de AES dominicana, de elevar la tarifa actual al estrato de consumación de viviendas paupérrimas de US$0,055 por kwh a US$0,1200, vía un subsidio cruzado o aporte estatal de US$0,065 por kwh, dado que ya este rango estampa en el esquema tarifario prevaleciente más de 10 centavos dólar por kilovatio hora.

El segundo estrato de usuarios, configurado por el consumo entre más de 200 e igual a 700 kwh, declara en este período un exceso de precio de coste sobre valor facturado equivalente a US$0,0406 por kwh, pero hay que esperar que esta pérdida sea anulada en los próximos ocho meses, en virtud de la autorización de la SIE a las Edes de acrecentar las tarifas a tasas de 3,0% mensuales.

En cuanto a la contratación de préstamos extranjeros, por parte del Estado dominicano con instituciones multilaterales, en procura de tapar los hoyos financieros de las corporaciones de generación y distribución de electricidad, tanto foráneas como criollas,los resultados no pueden ser más funestos a la renta nacional, las ganancias empresariales, las remuneraciones laborales y la tesorería pública.

Hace poco tiempo, en el marco del convenio «Stand by», entre el gobierno dominicano y el Fondo Monetario Internacional FMI , el primero concertó créditos por un monto ascendente a 450 millones de dólares, repartidos en 200 millones con el Banco Interamericano de Desarrollo BID y 250 millones con el Banco Mundial BM afín de fondear fundamentalmente las operaciones deficitarias de las Edes y las Eges. Sin embargo, a pesar de haberse (mal)gastado una gran cuota de esos recursos, el mercado eléctrico se encuentra sumido, en el presente día, en la más obscura crisis de toda su historia.

Todavía más, para colmo de males, el FMI pretende imponer, a la nueva administración de gobierno de Fernández, la venta de activos por un valor aproximado al 6,0% del producto bruto interno PBI cada año para cubrir el grueso de déficit del sector público, hasta que los ingresos se equilibren con los egresos. Se estima que en el primer año, la liquidación de valores del Estado a precio de vaca muerta podría aportar poco más o menos 42 mil millones de pesos o 75 millones de dólares.

En caso de que este fondo patrimonial se oriente al financiamiento de las troneras deficitarias de las firmas eléctricas, habría que presupuestar subsidios por un montante de al menos 70,83 millones de dólares, es decir 33, 75 millones por concepto de cobertura del diferencial entre precio de coste y nivel de cobranza por kilovatio hora a cada usuario y, además, 37,07 millones para soportar la denominada «tarifa social». Es una propuesta que estabilizaría el estado comatoso del sistema eléctrico hasta que sobrevenga la muerte por ahogamiento ante la falta del oxígeno representado por la venta total del patrimonio popular.

Creemos, finalmente como conclusion, que la superación de la crisis de la energía eléctrica en el país pasa necesariamente por dos etapas y respectivas medidas de solución de los problemas. En la primera fase, ejecutando un programa de ahorro de energía y recobro de adeudos, reestatalizando la Ede privada que ya se ubica por debajo del punto del cierre y reestructurando el sistema de tarifas mediante renegociaciones de amputación de costos y, en caso de oposición, reprivatización y/o estatización por defecto. Y, en una segunda fase, recomponiento el aprovisionamiento y consumo de combustibles y reedificando un parque energético con capacidad propia de valorización y financiación en que el precio de más de nueve centavos dólar por kilovatio hora, reconocido a boca de planta de generación, sea convertido en precio final de menos de nueve centavos para cualquier cliente hogareño, empresarial, estatal o público.

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