La crisis sanitaria, económica y social derivada de la pandemia del coronavirus, plantea inexorablemente la consecución de un gobierno de unidad nacional, ya planteado originalmente por el candidato presidencial Luis Abinader, quien concita las mayores simpatías del electorado.

Los pronósticos más generosos y conservadores vaticinan una depresión económica peor que la del 1929 y la región de América Latina no escapará de esa terrible turbulencia, incluyendo RD, cuyas principales fuentes de divisas constituyen la industria del turismo, totalmente paralizada, las remesas y zonas francas.

En medio de esta catástrofe el único alivio es la baja en los precios del petróleo, que con la decisión de la OPEP de reducir casi diez millones de barriles diarios tendrá a estabilizarse, y el aumento de las cotizaciones del oro, convertido en el refugio de los inversionistas de las bolsas de valores.

Se trata de una situación realmente calamitosa y dramática a la que nuestro país tiene ya que enfrentarse, y lo sensato, racional y conveniente es que todos los sectores  empujemos hacia la misma dirección, y ahí es donde se impone la unidad de la sociedad dominicana en su conjunto.

Abinader ha tenido la visión de proponer un gobierno de unidad nacional, y los demás candidatos presidenciales: Gonzalo Castillo, Leonel Fernández, Guillermo Moreno, tendrán en el fondo que hacer lo mismo aunque varíen la forma porque esa es la única alternativa de enfrentar la magnitud de la crisis.

Naturalmente, el Presidente Danilo Medina por ser el líder máximo del partido de la Liberación Dominicana que le entregará el mando a su sucesor jugará un papel determinante en el imprescindible y saludable pacto que tendrá que arribar el liderazgo político nacional, conjuntamente con los llamados sectores fácticos, el empresariado, las iglesias, los trabajadores, las universidades y demás grupos sociales