Aunque las manufactureras de poco capital y reducido volumen de producción son las que de conjunto proporcionan más empleos en el país, en encomiable efecto social, los presentes vientos favorables a la economía, tras lo peor del coronavirus, solo han hinchado con vigor las velas del empresariado que desde siempre navega en abundancia de recursos y depliegue de recursos y tecnología.

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Así lo revela un autorizado estudio que en alianza aplicaron la Universidad Iberoamericana (Unibe) y el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes. Retrato de la condición de inferioridad en que se encuentran empresas pequeñas y medianas que en el clímax de la emergencia sanitaria quedaron sin mano de obra calificada que no han vuelto a emplear, todavía les falta liquidez y sus ventas permanecen en declive. Por lo ya dicho sobre su importancia como fuentes de empleos, la disminución de sus aportes en bienes de consumo y puestos de trabajo se tiene que estar sintiendo en muchas familias de pocos y medianos ingresos atacadas por despidos de sus miembros. Otro gallo canta para los colosos de la producción y el comercio; de más acceso al crédito y a las exenciones impositivas y otros incentivos que el Poder depara.

La insuficiente recuperación post pandémica que registra el empresariado menor afectado por paralizaciones y desabastecimientos, indica que los auxilios del Estado para que no desaparezca han resultado de corto alcance en un país muy afectado por la informalidad.