La crisis que se nos viene encima

La crisis que se nos viene encima

FIDELIO DESPRADEL
Para los tres grandes partidos que compiten cada dos años, por repartirse este pastel asombrosamente suculento que es la República Dominicana, maximizar o minimizar los grandes problemas que se abaten sobre la nación (dependiendo si se está en el gobierno o en la oposición) es un juego que todos practican, burlándose criminalmente del país.

Nosotros, los y las que luchamos por construir una alternativa independiente, para que el colectivo que es la Nación pueda alcanzar la fuerza necesaria para cambiar de rumbo, no podemos entrar en este juego irresponsable, porque no lograríamos, con ello, ganar credibilidad en la población.

Este juego del gobierno y la “oposición”, de ganar puntos sobre el otro, apelando a todo tipo de mentiras y medias verdades, se vuelve más evidente, a medida que se acercan las elecciones de medio tiempo. Momento crucial, donde si el gobierno no consigue un avance significativo en congresistas, síndicos y ediles, verá desplomada su credibilidad, y al mismo tiempo, si el PRD no logra reafirmar su mayoría en estos poderes del Estado, el descalabro de mayo del 2004 se verá reafirmado, y quizás reforzado. El PRSC, en medio de estos dos contendientes, negociará con el que le ofrezca mejores ventajas. Después de todo, la política es un negocio donde se vale todo tipo de traperías.

En medio del griterío entre gobierno y oposición, sobre la gravedad de los problemas y el reparto de responsabilidades, el país sigue deslizándose por una pendiente de crisis, ante la cual hay que prepararse. Los indicios son que los problemas económicos se van a agravar. En lo interno, la crisis de la energía no tiene solución, ni a corto ni mediano plazo. Lo sabe el gobierno, la oposición y los gendarmes del FMI. Dentro de poco se van a agravar los apagones financieros, y al gobierno se le tiene prohibido incrementar el subsidio, para aliviar al enfermo crónico. Don Temístocles reconoció que la situación está peor que cuando su gobierno cometió el crimen de la privatización, pero ello no conduce a la oposición a plantear una revisión radical, tanto de la privatización misma como de los criminales contratos con las generadoras y distribuidoras, algunos de los cuales se remontan a los gobiernos de don Balaguer, el maestro del PLD y el PRD. Montados todos en el mismo barco del modelo dependiente y de sumisión ante los poderes económicos y sociales, ni por asomo se les ocurre plantearse una revisión a fondo de este vital sector.

Pero tan grave como el de la electricidad, y sin solución a corto y mediano plazo, lo es el de los certificados del Banco Central (la aspiradora del circulante), que ya sobrepasan los 140 mil millones, y que llegaran al infinito si el gobierno no le arranca de las costillas del pueblo, y del aparato productivo, los 25 mil millones de intereses que se necesitan anualmente para tan sólo dejar el problema donde mismo está.

Ello nos lleva al más delicado, y menos visible, de los problemas que tiene el país en el horizonte. Me refiero al desbalance en las cuentas exteriores, o sea, el saldo entre los dólares que salen y los que entran, medidos anualmente. Para incrementar la capacidad exportadora del país y la capacidad de sustituir parte de lo que importamos en alimentos y productos terminados, se necesitaría una revolución en todo el aparato productivo, tanto manufacturero como agropecuario, y para ello, los tres partidos están totalmente descalificados. El turismo y las remesas siguen siendo los campeones de la generación de dólares. Y ya el retorno de los capitales que fueron preservados en dólares en los días más álgidos de la crisis, terminaron de convertirse en pesos. ¿De dónde va a sacar el país los dólares que necesita para cubrir esa brecha que se ensancha? ¿Qué pasará cuando el turismo y las remesas se resientan por efecto de la contracción de la economía norteamericana? ¿Y cuándo las importaciones sigan creciendo, en una economía educada en el consumismo y el despilfarro de las capas más favorecidas?

Para cubrir esta brecha, que puede ensancharse abruptamente si los que tienen dinero le pierden la confianza al peso y corren hacía el dólar, el gobierno y quienes detentan el poder real, tienen como solución seguir endeudándonos y seguir vendiendo parte del país al mejor postor, cuan nuevos Buenaventura Baez. Sans Soucí y la Isla Artificial son tan sólo dos pequeñas muestras. Le tienen echada la vista a Bahía de las Águilas y quién sabe qué nuevos y onerosos negocios.

En el otro polo, el movimiento social del país necesita de una refundación. Prácticamente no existe. Y el movimiento progresista, que creíamos que había llegado “a fondo”en su crisis, está totalmente paralizado, funcionando tan sólo por inercia.

¡Necesitamos sacar fuerzas para acometer la gran tarea de refundar el movimiento social y fortalecer las opciones progresistas que están en el horizonte! ¡No hay tiempo que perder! ¡La crisis se nos viene encima, y el sistema de partido y de poder real, tienen una gran capacidad para reciclarse! ¡Es claro que mientras el pueblo no perciba que existe la posibilidad de una alternativa, no va a cambiar su actual actitud!

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