La crisis recién comienza

La crisis recién comienza

Los banqueros de Wall Street y los altos funcionarios de la Reserva Federal de los Estados Unidos plantean que lo peor de la crisis mundial ha pasado y que la recuperación ya ha empezado. Se basan, principalmente, en el dinamismo de la Bolsa y en dudosos cambios en la actitud del consumidor.

Pura falacia. El dinamismo de las Bolsas lo único que expresa es que las  ganancias que producen las inmensas sumas entregadas a los bancos y algunas inmensas empresas, no encuentran nichos donde invertirse y recurren a la especulación en la bolsa.

Mientras tanto, el desempleo por encima de  dos dígitos, el déficit y la deuda pública creciendo desorbitadamente; la confianza de los consumidores en igual situación,  la economía real, totalmente estancada, el grueso de los Estados de la Unión quebrados y el inmenso aparato militar norteamericano empantanándose, al igual que en Vietnam, en cuatro frentes de guerra (Irak, Afganistán, Pakistán y ahora Yemen), arrastrando tras de sí a los ejércitos de la OTAN.

Los mejores economistas de las más prestigiosas universidades norteamericanas tienen pronósticos distintos y opuestos a los de la Reserva Federal: la principal de estas opiniones plantea que al apuntalar al sector financiero sin ponerle trabas, “solo demorarán otra crisis inevitable”. Otros dicen, que por su actitud ante la crisis y el sector financiero, “Obama, al igual que Bush, ha empeorado el problema”. El Nobel Stiglitz afirma que “las innovaciones financieras  son completamente erradas”.

La totalidad afirma que “la crisis recién comienza”.

El capitalismo posterior a los 70, cuando pasó “su edad de oro” y la tasa de ganancias y acumulación empezaron a caer sostenidamente, ha impuesto la más grande desigualdad en la distribución de la Renta Nacional a escala planetaria, transformando las 4/5 partes de la población mundial en brutalmente dependientes y pobres, y ese mismo capitalismo, en su etapa senil, no está dispuesto a  transferir su tecnología hacia el resto del mundo, para que la humanidad logre recuperar los niveles de productividad que garantice recuperación de la economía real y  bienestar colectivo.

La pérdida paulatina de hegemonía de los Estados Unidos y la senilidad del capitalismo anticipan una era de barbaries y de movilización de los pueblos. Las muestras a nivel mundial son evidentes y nuestro país no escapa a esta situación. 

Por un lado, la cúpula tripartita (social, política, eclesial) han abierto las puertas a una era conservadora, con gran amenaza de que el narcotráfico y el crimen organizado se hagan parte sustantiva de ese giro. Por otra parte, la desesperación de las gentes y la falta de alternativas, nos desafía a todos y todas. Insisto: ¡Es tiempo de Manolo!

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