La crisis sanitaria china y los errores de nuestro Gobierno

La crisis sanitaria china y los errores de nuestro Gobierno

La fuerte disminución en las actividades económicas chinas han reducido los precios del petróleo, el gas natural y el carbón, para beneficio de nuestra balanza de pagos, el fisco y los consumidores dominicanos de gasolina.
El oro, reaccionando a la crisis china y a las bajas tasas de interés, ha devenido en refugio para inversionistas y su precio es el más alto en siete años, superado tan solo por el que tuvo cuando el ataque a las Torres Gemelas. Se dice, aunque no lo hemos podido comprobar, que el acuerdo con la Barrick que firmó Danilo Medina, para que se pagaran más impuestos durante su cuatrienio estableció un bajo nivel de costos por depreciación y que ahora será compensado con depreciación acelerada, lo que tal vez implique que a mayor precio del oro no necesariamente se pagarán mayores impuestos. El turista deja de acudir a las playas asiáticas.
Pero no debemos ser optimistas. Esa tragedia humana con suerte durará poco. Se dice que hasta finales de marzo. Fijémonos más bien en lo que acaba de ocurrir en Costa Rica. Allí Moodys ha reducido la evaluación de su deuda soberana debido a su creciente déficit fiscal. Proyecta que la deuda pública de los ticos llegará a un 63% del PIB, en comparación con el 50% actual en el caso dominicano. Su déficit fiscal equivale a un 7% del PIB, más del doble de nuestro país. Panamá, una economía dolarizada que creció casi un 6% el año pasado, igual que nuestro país, recibió de Fitch una reducción en la evaluación de sus bonos soberanos de estables a negativos. Allí también aumentó el déficit fiscal.
Pero en el caso dominicano la semana pasada tanto el Bank of America como Fitch sacaron reportes muy positivos sobre la deuda dominicana. Fitch mantuvo su evaluación a pesar de citar las elecciones y las posibilidades de un aumento en el gasto debido a ellas y el Bank of America tituló su trabajo: “Nos mantenemos optimistas”. Nuestro gobierno comete el error de no enfatizar esas noticias buenas. Hasta la semana pasada, por ejemplo, no había cacareado esos dos reportes, pero sí está poniendo atención en asuntos que tan solo deberían de ejecutarse después del 16 de agosto. Concursos para dos nuevas plantas privadas de gas natural y la venta de parte de las acciones de las Catalinas, por ejemplo. Iris Guaba es una modista que tiene entre sus clientes a la esposa de nuestro presidente y con esa palanca logró encargarse de repartir bienes a los pobres y, ante críticas, amenazó a periodistas. Nos recuerda los tiempos de Luis XVI y la influencia del peluquero de María Antonieta. Y es que ya poseemos características de un reinado: familias cuyos apellidos dan derecho a que les abran las puertas del Palacio, los Pared y los Montás, por ejemplo. Amable en Higüey ha querido reelegirse como senador y su hija quiere ser alcaldesa. Cuando un pariente político muere, o se dedica a otro cargo público, es sustituido por un familiar, todo como cuando los reyes y la nobleza.
Aeronáutica Civil autorizó un aeropuerto internacional en Bávaro, apenas veinte kilómetros del aeropuerto internacional de Punta Cana. Es una concentración económicamente absurda y hasta peligrosa. En el este en materia de transportación lo que procede es concesionar dos muelles, cerca de Sabana de la Mar y de Samaná para que opere un transbordador (ferry) de pasajeros y automóviles.
Estamos a tres meses de elecciones presidenciales y ojalá que no se dé de nuevo el “desguañangue”, a través de un aumento en los gastos, en una ávida e irresponsable búsqueda de votos que incluiría su simple compra, pago de caravaneos y/o transporte a los lugares de votación. Y que después de las elecciones el nuevo gobierno, sea el que sea y controle o no el Congreso, no se ponga a hacer demagogia para que no nos pase como a Costa Rica y Panamá.
Por cierto, Odebrecht sometió a arbitraje al gobierno de Perú ante una subsidiaria del Banco Mundial porque le quitaron una concesión después que los brasileños admitieron que habían sobornado a funcionarios de ese país. ¿Y nuestro arbitraje?

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