La crónica de un manjar precocido

La crónica de un manjar precocido

MANUEL RAMÓN MOREL CERDA
Magistrado: Ya sabe usted que actúo en mi propio nombre y representación, así que permítame por favor concluir al fondo en la presente instancia:

1. Como debe ser de su conocimiento las reglas del juego, de la política y de la guerra, fueron escritas por Homero, Maquiavelo y Marx en un paréntesis de “el tiempo imperfecto”, de Aristóteles y para regir toda la actividad humana en el planeta.

2. En el reino animal la lucha paradigmática la encontramos entre los alacranes, donde no hay reglas, y el combate para dirimir cualquier conflicto queda librado al que mejor utilice su aguijón.

3. A su información supongo que no escapan los ejemplos históricos, que se cuentan por motones, acerca de las luchas entre los hombres, entre las cuales podríamos escoger al azar la fantástica expedición bélica de Aníbal, el General Cartaginés vencedor de Sagunto, de Tesino, de Trebia, de Trasimeno y de Cannas, que lo llevaron a saborear las mieles del triunfo y a permitirle a sus soldados que se emborracharan con las delicias del capúa en el invierno de las Galias, donde recibió la noticia de la derrota de su hermano Amilcar de parte de los Romanos, que lo hizo volver al Africa para apurar la hiel de sucesivas derrotas.

4. Del mismo modo, lo creo sabedor de lo acontecido con el “Caballo de Troya” y con la llegada del “General Invierno” en la invasión de Alemania a Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.

5. Por otro lado, producto de nuestras propias reflexiones, en el decurso del siglo pasado el “egoísmo económico”, con la falsa premisa de que ello derivaría en un bienestar colectivo, doctrina propugnada por Jhon Locke, Adam Smith y Jhon Stuart Mill se enfrentó a la Doctrina Socialista auspiciada por Marx y Lenin, con predicamentos igualmente falsos que prometían la igualdad y el bienestar general con la decapitación del sistema capitalista.

6. Esos enfrentamientos pasaron de la academia a la escena política y no se ignora que el saldo de esos conflictos llevaron a unos y otros en ambos lados de la “Cortina de Hierro”, como la denominara Winston Churchill, a reinventar reglas y técnicas, que en muchos casos sobrepasaron los buenos modales y las normas de la diplomacia y de la elegancia que imperaban en el pasado.

7. El surgimiento de la “Escuela de Francfort”, que se originó en Alemania, como una respuesta al nazifacismo, que tenía como sumos sacerdotes a Marcuse y Adorno, se trasladó a los Estados Unidos causando furor entre la juventud de la década de los 60, en el pasado siglo, con la consigna de abandonar los viejos métodos del Terror de las potencias del Eje, por la manipulación de la conciencia universal para posibilitar la acumulación de riquezas concomitantemente con la liberación y la felicidad de todos, lo que condujo a la revolución estudiantil francesa del 68, que culminó en la frustración de “Los Claveles” tronchados a destiempo y propició el descrédito de dicha doctrina.

8. A las consecuencias ineclutables que surgieron después se les ha denominado indistintamente, en un aburrido crucigrama de palabras, neoliberalismo, globalización, crecimiento macro, corrupción, manipulación mediática de las masas, entre otros circunloquios para entretener a un público harto de retóricas hueras que nada resuelven y que se han erigido en verdaderos obstáculos para el progreso de la democracia dentro de un esquema de igualitarismo y de Justicia Social.

9. Y se han sucedido así las conferencias y congresos y se han multiplicado los torneos electorales, sin que pueda vislumbrarse una solución para los terribles males que nos acosan en términos de pobreza extrema, de desigualdad social, de desequilibrio en todos los órdenes, de inversión de valores, de auge del narcotráfico, de corrupción generalizada, de incremento de la delincuencia en el marco de un “mercado de opiniones (que) se ha convertido en un campo de batalla”, como nos ha dicho Dietrich Schwanitz, un ilustre pensador de nuestro tiempo.

10. Empero, hay que convenir que no todo ha sido negativo en la evolución de las instituciones democráticas, de hecho en muchos países a partir de los 80, se han alcanzado niveles aceptables más allá de la democracia política, no ocurriendo lo mismo en otros tantos países con la democracia económica, percibiéndose tasas elevadas de desencanto en la clientela electoral, que no da muestras de satisfacción con las brechas de desigualdad social prevalecientes entre los muy ricos y los muy pobres, a causa de la injusta redistribución de la riqueza. Todo este panorama, ¿no le trae recuerdos al acaso de alguna reminiscencias de los preceptores primigenios?

Por todas esas razones, para no cansaros más vuestra atención, muy respetuosamente concluimos de la manera siguiente:

Unico: Que se declaren inadmisibles o simplemente se rechacen todas las impugnaciones, apelaciones, nulidades, reconteos de votos y cualquier otra cosa parecida por improcedentes e infundadas. Y haréis justicia.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas