La cruda realidad

La cruda realidad

El informe «América Latina: mercados de trabajo, condiciones laborales y migración» que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) diera a conocer recientemente, dibuja un panorama preocupante sobre la magnitud del problema social que provoca la inmigración haitiana en la República Dominicana.

Según ese informe, en los años 70 ingresaban a la República Dominicana unos 60,000 haitianos, mientras que actualmente la cifra de inmigrantes de ese origen alcanza el medio millón.

Aunque estas cifras hay que tomarlas con reservas porque la inmigración furtiva es difícil de registrar o censar, lo cierto es que la República Dominicana está soportando una terrible presión económica y social por causa de esta migración.

Lo primero es que una buena parte de la migración haitiana hacia este lado no encuentra ocupación en el territorio dominicano, aún cuando es alto el número de estos inmigrantes que consiguen trabajar, mayormente en agricultura y construcción.

Otra franja del total de inmigrantes haitianos se dedica a la economía informal, vendiendo mercancías y alimentos en las calles o en improvisados puestos.

Pero hay una gran masa haitiana ociosa, que se le ve mendigando en las principales ciudades, con todo lo que esto implica en términos humanos y sociales. Es común ver mujeres con sus crías tratando de obtener dádivas en esquinas donde operan semáforos.

 -II-

La gravedad del problema que provoca la gran inmigración haitiana en nuestro país hay que medirla también a partir del estatus social indefinido que se origina en la estada ilegal. Los indocumentados en territorio dominicano se multiplican con un índice exponencial preocupante, pues los padres indocumentados generan proles que heredan esta condición.

Entre los haitianos diseminados por todo el territorio dominicano hay una mayoría que carece de documentos y que ingresó al país de manera ilegal, burlando los controles fronterizos o traficados por mafias que hacen grandes negocios.

Todas estas complicaciones sociales y económicas que provoca la inmigración haitiana en la República Dominicana tienen que ser enfrentadas con decisión por las autoridades locales. La apatía ante semejante problema conduce a su agravamiento y hacia enormes perjuicios para el país.

El informe de la OIT, naturalmente, podría quedarse corto en las cifras porque, como anotáramos antes, es difícil registrar y cuantificar la inmigración furtiva. De cualquier modo, este informe habla de cantidades de inmigrantes que generan una presión social difícil de soportar por un país con una economía como la nuestra.

Tenemos que pasar del discurso a la acción y tratar de adoptar las medidas que sean necesarias para, por lo menos, evitar un agravamiento de este problema.

Existe la necesidad de actuar de común acuerdo con las autoridades haitianas, pero siempre defendiendo la soberanía nacional y tomando las decisiones que más convengan a los intereses dominicanos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas