La cruz del petróleo

La cruz del petróleo

El impacto de las últimas alzas de precios de combustibles lleva obligadamente a presagiar situaciones peores a las actuales para la economía en toda la escala: desde las grandes unidades de producción y prestación de servicios hasta el hogar humilde.

Para muchos, producir o sostenerse (alimentos y transporte) tiende a quedar demasiado gravitado por lo que cuestan los derivados del petróleo.

Ha subido el gas licuado de petróleo (subsidiado o no) y se han encarecido las gasolinas y el diesel oil: premium: RD$138.80; regular: RD$127.60 y gasoil: RD$92.30

Ni el productor, ni el empresario, ni el pueblo tienen mucha posibilidad de, a corto plazo, acrecentar utilidades e ingresos. El país está atrapado en unas estructuras inmovilizantes en las que lo único que parece que no se altera es el peso del Estado como recaudador mientras faltan por parte de ese Estado acciones y políticas que faciliten el desenvolvimiento de sectores importantes. Ha llegado el momento de ver la condición de importador neto de petróleo caro que caracteriza a este país en un marco de urgencias para la búsqueda de fuentes alternativas, como serían el etanol, la energía eólica y nuevas presas.

Debe funcionar prontamente una política de incentivos para que, además del Estado, el sector privado desarrolle proyectos que disminuyan la subordinación de la economía nacional a la importación de hidrocarburos o que se orienten hacia el aprovechamiento de los hidrocarburos de costos inferiores como sería el gas natural, de limpia combustión y fácil transportación desde el exterior.

En algunos países operan grandes flotas de autobuses movidos por gas metano producido a partir de la descomposición de sustancias orgánicas que pueden ser obtenidas abundantemente en desechos industriales y hogareños. Simples cambios mecánicos permitirían hacer lo mismo aquí.

–II–

Es lamentable que el gobierno incurra en trasladar a plenitud a los consumidores (y con un pesado componente fiscal) las alzas externas del petróleo, pues coloca todo el peso del sacrificio sobre una mayoría en la que predomina la incapacidad de sobrevivir a alzas agudas.

Y es necesario que el gobierno enumere hoy medidas bien contundentes como indicación de que se propone atenuar sus propios usos excesivos de energía.

A nivel oficial se percibe abundancia de vehículos de alto consumo de combustibles fósiles y no existe garantía de que las autoridades aplican control para que en sentido general, no haya un uso excesivo y particular de todos los medios de carga y transporte del Estado.

Se recuerda que aquí pasadas administraciones establecieron con buen sentido la inmovilización en fines de semana del parque vehicular del Estado y, aunque eso tuviera sus excepciones, se daba a entender que las autoridades de entonces predicaban con el ejemplo. Tenían conciencia del problema y hacían lo que podían; a más de que estábamos en una época en la que 60% de los recursos públicos se dedicaba a la inversión; no al clientelismo. Que eso de bueno tuvo el doctor Joaquín Balaguer.

La capacidad de sacrificio de los consumidores de combustibles está golpeada por una realidad que desmoraliza y que el gobierno debe hacer cambiar con urgencia.

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