El presidente electo anunció la supresión del despacho de la “primera dama”, aparentemente apoyado en un principio universal de no discriminación; sin embargo su acompañante vicepresidenta electa, según la prensa, durante su primera reunión con la actual funcionaria, afirmó que continuaría con los programas de asistencia social que tiene la ex primera dama y por tanto, la entrante manejaría los mismos o mayores recursos que la saliente, algo que podría calificarse como una continuidad inadecuada o más de lo mismo.
Durante el balaguerato el actual Ministerio de Salud se denominaba Secretaría de Estado de Salud Pública y Asistencia Social, siendo un organismo multifuncional que se encargaba de la salud pública y proveía diversas ayudas a la población indigente, aparte de los servicios en los hospitales y creo no equivocarme calificando al extinto presidente Balaguer como pionero del clientelismo y asistencialismo, convirtiendo en una nefasta costumbre dádivas momentáneas para exaltar su figura presidencial, repartiendo juguetes los días de reyes, canastas navideñas, funditas en campañas políticas, etcétera y, como nunca tuvo “primera dama”, creó una fundación denominada Cruzada del Amor con fondos asignados a través de su hermana, doña Emma Balaguer, que inicialmente ofrecía respaldo a niños con discapacidad y que luego expandió su radio de acción, influencia y recursos.
He repetido y no me cansaré de hacerlo, que en lugar de ofrecer ayuda ocasional, generalmente humillante, a los pobres y víctimas de la miseria, los gobiernos deberían mantener una Cruzada de Empleos dignamente remunerados en diversas actividades (construcciones, ornato público, limpieza, seguridad barrial, saneamiento ambiental, etcétera) con esos fondos como base, que así no servirían como una enorme “botella” multiplicadora del parasitismo y clientelismo político social