La cuenca del río Nizao asegura la vida

La cuenca del río Nizao asegura la vida

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Las aguas del río Nizao se han convertido en el elemento vital de la vida y economía de la parte sur-central de Dominicana, donde reside casi cerca de la mitad de la población del país, y dependen, en un 40% de esa agua que corre por el cauce del río y es represada en las presas de Jigüey, Aguacate, Valdesia y en menor escala en el contra embalse de Las Barías.

La preservación de esas aguas, y su cuenca, es vital para la vida y economía dominicana, por lo que, rescatar la cuenca de su elevado grado de degradación es una tarea impostergable que debe ser sostenida y aumentada, en previsión de inicio del ciclo seco, que afortunadamente se ha atrasado y gozamos de un inmejorable régimen de lluvias.

Afortunadamente en la cuenca alta del río Nizao, se encuentra enclavada San José de Ocoa, y tiene residiendo allí desde hace años a un visionario de los problemas del medio ambiente y ha dedicado toda su vida, en detrimento de su salud, a que los ocoeños y por ende los dominicanos aseguren su futuro, rescatando esa cuenca de la desolación de su desertificación. El padre Luis Quinn, abanderado de la naturaleza y el servicio a los seres humanos, ha enseñado a los ocoeños ha convivir con ella, emprendiendo admirables proyectos de rescate de la cuenca del Nizao en donde, compartiendo las necesidades de alimentos con la reforestación, educación y salud, ha convertido las comunidades ocoeñas, más de 80, en verdaderos motores de la responsabilidad cívica y medioambientalista.

Los ocoeños han estado en permanente pie de lucha para llamar la atención acerca de la importancia vital de las aguas del Nizao para la Nación, y por diversas formas repetidamente, reclaman atención de las autoridades y ponen el ejemplo con la ayuda de organismos internacionales que llevan a cabo proyectos de desarrollo y protección de la cuenca que es la única manera de que la vida útil de las presas contribuya a que las aguas del río se aprovechen mejor. Allí los representantes de las comunidades trabajan hombro con hombro a través de la Asociación para el Desarrollo de San José de Ocoa, aprovechando los trabajos que se llevan a cabo con la ayuda del Banco Mundial. Ese trabajo se ha convertido en otra represa que evitará que la cuenca de ese río se degrade y pierda su área boscosa, para asegurar que el agua de lluvia no se desperdiciará en el terreno y no provocará esos grandes arrastres de sedimentos que ponen en peligro la vida útil de las presas.

Es de vital importancia integrar una comisión para el rescate de la cuenca del Nizao, con la presencia de representantes de las tres provincias que se benefician de sus aguas. La zona de Baní recibe de 6 a 8 metros cúbicos por segundo para sus cien mil tareas de tierras agrícolas que son ejemplo de una agricultura rentable; la capital recibe unos 140 millones de galones de agua para su sedienta población, pero lamentablemente se pierde más de un 40% debido a las fugas existentes en las redes de distribución, hogares y en las tuberías matrices. O sea, que gracias al agua del Nizao, la población capitaleña podría no enfrentar la gran escasez de agua como ocurrió en 1975 y en 1985, cuando fue necesario mantener flotas de camiones cisternas distribuyendo agua en todos sus barrios. Así mismo, las aguas del Nizao, representadas en tres grandes presas, son turbinadas para producir millones de kilovatios al año, que constituyen el aporte más notable hidroeléctrico de un río dominicano, con turbinas que alcanzan a generar 300 megavatios en las horas pico.

Lograr que los moradores de esas comunidades, asentadas en la cuenca alta del Nizao en la provincia ocoeña, contribuyan a su bienestar y a su futuro, ha sido una tarea ardua de educación y motivación y es una admirable tarea que el padre Luis ha llevado a cabo, convirtiendo las laderas de montaña en generadores de riqueza, protegiendo las mismas con variedades boscosas y llevando salud, educación y mejores niveles de vida a miles de campesinos, que de otras maneras hubiesen continuado con un conuquismo destructor de la vida y de la Naturaleza.

Ocoa es un ejemplo para que las demás comunidades, si quieren que sus ríos no mueran, debe copiar esas acciones. Es necesario llevar a cabo las tareas impostergables que contribuyan a rescatar los demás ríos, algunos de los cuales ya no tienen salvación debido al elevado nivel de destrucción de sus bosques, que las manos humanas han ejecutado tan solo para alcanzar pírricas cosechas o preparar carbón, dejando esas lomas sin su cobertura natural de vegetación que garantice que el agua se infiltre en el terreno para estar disponible para llenar los embalses de las presas, no solo las del Nizao, sino las de los dos Yaque, Mao, Yuna y San Juan, para contribuir a que la vida en el país pueda garantizarse, cuidando sus cuencas y protegiéndolas de los desmanes de los seres humanos.

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