El hombre necesita tener como suyo, como parte de su vida y de su cultura, un lugar donde vivir bajo el sol, todos lo queremos y si no lo poseemos lo buscamos, forma parte de nuestra angustia existencial.
Como se dice en conversaciones de café, a la hora de la sobremesa, realmente somos un pueblo dichoso, suerte que somos parte de una isla porque no tenemos hacia donde ir, es la República o el mar y aunque en el mar, como dice la canción, la vida es más barata, me quedo en mi país
¿Qué tenemos problemas con Haití? es por su afán imperialista de hacerse con nuestro terreno, que es convertirnos en una nación de parias dando bandazos de país en país.
No. Nosotros somos dominicanos y nada ni nadie podrá despojarnos de nuestra tierra, de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestro cielo, de nuestro mar, de muestras montañas, de la bondad de nuestra gente, de la generosidad propia del dominicano, nadie, léase bien, nadie podrá despojarnos de nuestra vida. Es un asunto de Patria o muerte, libertad y autogobierno.
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El ajedrez mundial practica aquello de “el pez grande se come el pequeño” y como país geográficamente pequeño, debemos prepararnos para evitar, a como dé lugar, que país alguno quiera despojarnos de nuestra vida en beneficio de ninguna fórmula internacional; todas nos afectan.
Cuando mi hijo menor, el hoy coronel de la Policía Nacional, licenciado Juan Gabriel Gautreaux Martínez fue convocado a una reunión de oficiales que hablaran inglés para una misión internacional, dos o tres de esos que comen hombres desarmados, argumentaron que María estaba lavando y se le acabó el jabón, temerosos de la situación que afectaba a los Balcanes en ese momento para no ir a la misión: Kosovo. Los dominicanos contribuimos a la consolidación del despojo de Kosovo a Yugoslavia.
Como dice mi primo Jorge Gautreaux Ibarra, quien tiene tierra que la defienda, que Dios ya no está haciendo.
Cientos, miles de años de guerras, asonadas, atentados, infiltración de espías, aprovechar situaciones y momentos para manifestar su odio, su deseo, su reclamo, su reivindicación por la tierra que unos y otros dicen que les pertenece, son el caldo de cultivo de lo que ocurre hoy en Israel donde se asentó el judío errante y empuja a otros al ostracismo, ello, porque el corazón de la auyama solo lo sabe el cuchillo.
Hay un largo camino que pasa por Sabra y Chatila por Líbano, Egipto, la lucha ha sido larga y no va a terminar. En ese espejo debemos vernos y prepararnos para tener capacidad de defensiva y ofensiva, no nos engañemos, ese es el futuro.