La cuerda rompe por lo más débil

La cuerda rompe por lo más débil

El sistema eléctrico nacional es pobre en eficiencia, pero rico en costos. Esto en parte se debe a equipos de generación obsoleto movido con combustibles caros, pérdidas técnicas muy altas y muy lento proceso de conversión para operar con carburantes más baratos. Se añade a esto la incapacidad de cobrar toda la electricidad que pone en línea y su relación desleal con los usuarios buenapaga, entre los que prorratea los consumos de los  malapaga.

Ahora, para ajustarse a pautas de un acuerdo con el FMI, el Gobierno accede a aprobar (¿o propone?)  un aumento en el precio de la electricidad, ya  de por sí abusivo. Para las autoridades siempre será más fácil aumentar la tarifa que corregir las distorsiones del sistema, como el pago a generadores por mantener apagadas sus plantas y el cálculo del costo de generación siempre en base al precio del combustible más caro.

Bajo las premisas que regirían en la negociación con el FMI, es poco lo que se puede esperar en términos de corrección de las deficiencias del sistema eléctrico. El aumento de  la tarifa introduciría un factor inflacionario en la economía que se reflejaría en los precios generales de bienes y servicios. Quedan pendiente de corrección las causas de la ineficiencia del sistema eléctrico y las de administración económica que obligan a pactar con el FMI.

Déficit de agua obliga al ahorro

La sequía ha colocado las disponibilidades de agua potable en un punto crítico. El ingeniero Ramón Rivas, director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, informó que hay un déficit de 120 millones de galones diarios.  Las autoridades deberán abastecer con camiones cisternas los barrios más afectados e impedir que la gente sea víctima de abuso de parte de propietarios de camiones cisternas que venden el líquido.

El déficit de suministro obliga a ser prudentes en el uso del agua. El ahorro  debe ser una rutina permanente, pero más ahora que han bajado de manera crítica las disponibilidades. Sería injusto pedir que se abstengan de usar sus piscinas plásticas aquellas personas que no pueden o quieren desplazarse a las playas en estos días de asueto por la Semana Santa. Sin embargo, se recomienda que se evite por todos los medios el desperdicio. Hay poca agua y no sabemos cuánto más durará la sequía.

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