La cuestión  urbano/rural y el último Censo

La cuestión  urbano/rural y el último Censo

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A Del Rosario y Morrobel les resulta llamativo que la población de Santiago haya crecido sólo 55 mil personas en ocho años, quizás un examen de la lógica de su crecimiento, en parte, podría explicar esa circunstancia. Como en toda gran ciudad,  los cambios de  uso de suelo y el incremento de su  costo provocan la expulsión  de algunos de sus habitantes hacia sus periferias buscando suelo más barato.

También, que esta ciudad tiene un proceso de cambio en sus funciones en la región y que su proceso de conurbación, que determina el eje  Santiago-La Vega- Moca, la ha convertido en  una región dentro de su región. Los asentamientos que conforman dicho eje, aunque conservan elementos propios de lo rural, son permeados por los elementos esenciales de la cultura urbana.

“La instrucción y los medios de comunicación de masas, localizados en la ciudad o controlados por ciudadanos, contribuye a impregnar todo el espacio de la “cultura urbana” y en ese sentido, sociedad entera se convierte en urbana”, concluye  Lefebvre. Gran parte de la población que  vive en zona de características rurales en términos de la imagen física de su espacio construido, trabaja en los centros urbanos que los circundan, vive del empleo en la industria, el comercio o de servicios, no de la producción agropecuaria o de la pesca, como antes.

Su ser social discurre básicamente en lugares donde predominan las expectativas y relaciones propias de las áreas urbanas y éstas permean y en gran medida desdibuja los elementos culturales propios de la vida rural. Estas cuestiones no contradicen los señalamientos de los citados investigadores, sobre las inconsistencias del Censo ni que la arbitraria y constante división político-territorial del país tengan efectos perversos. Pero, es pertinente recordar que la esencia arbitraria de la división territorial del país de por sí determina el carácter urbano o rural de los municipios o distritos municipales resultantes de esa división, lo que esencialmente determina esas condiciones son las relaciones culturales que resultan de la forma en que cómo se relacionan con la producción de la riqueza. 

El eje Higüey-Punta Cana-Verón-Uvero Alto-La Gina constituye un territorio formado por la industria turística, que provoca en muchos de los poblados que lo configuran el surgimiento de expectativas y demandas de servicios propios de la vida urbana. Muchos de ellos trabajan o viven de las diversas actividades ligadas al turismo, pero las condiciones de sus viviendas y sus entornos carentes de servicios (propio de la vida rural), no se corresponden con sus nuevas formas de ingresos, por lo que de alguna manera, se produce en esos asentamientos nuevas formas de pobreza relativa y absoluta. La producción de lo urbano y la disolución de las comunidades rurales a nivel mundial y en particular en nuestro país, hace mucho más complejo el territorio y más dispersa y fragmentada social y culturalmente la composición de la clase trabajadora, por lo cual, la organización de la resistencia al capital que produce este fenómeno resulta ser más difícil.

De ahí, la pertinencia de esta perspectiva de análisis de la conformación de lo urbano y rural en el país.

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