La culinaria y el arte van de la mano en restaurantes de diseño

La culinaria y el arte van de la mano en restaurantes de diseño

Efe. reportajes. En la nueva era culinaria de los restaurantes de diseño, los antiguos bodegones han sido capaces de desafiar el paso del tiempo y afianzarse en Buenos Aires como referentes del buen comer.

De origen español e italiano, y con el fútbol y el tango como elementos decorativos por excelencia, los bodegones porteños, algunos de ellos centenarios, se han convertido en auténticos símbolos de la identidad porteña. Atraen a público local y a turistas por su oferta de comida tradicional, en abundancia y a buen precio, y por su ambiente cálido y familiar.

Rabas, tortillas, pucheros, paellas, variedad de pastas y carnes, y, de postre, el clásico flan casero, son algunas de las propuestas que nunca faltan en la carta de estos establecimientos que, con la apariencia de hace décadas, ofrecen al cliente un viaje en el tiempo cargado de historia.

Comida con historia.   El origen de los bodegones se remonta a fines del siglo XIX, cuando exiliados españoles e italianos comenzaron a abrir en Buenos Aires almacenes de rango general donde se vendían los productos de primera necesidad, con un pequeño espacio para despachar bebidas alcohólicas.

Los clientes que acudían a tomar un vermut o una ginebra pedían comida para acompañar su consumición, y los propietarios terminaron por incluir en su oferta un par de platos típicos de sus países de origen.

“El éxito fue tan grande que, en muchos casos, el almacén fue eliminado y se amplió la zona destinada al despacho de bebida y comida. Ahí nacieron los bodegones”, explica a Efe el crítico gastronómico Pietro Sorba, autor del libro “Bodegones de Buenos Aires”.

Sorba, que ha estudiado con detalle la historia de estos establecimientos, considera que son la cuna de la denominada “cocina porteña”. “Los bodegones son el lugar donde se produjeron los primeros ejemplos de fusión culinaria entre el producto local y las experiencias gastronómicas que los inmigrantes italianos, españoles y, en menor medida, alemanes, aportaron a este país desde que desembarcaron en el puerto de Buenos Aires”, asegura.

En su opinión, “con los ingredientes que encontraron y con la memoria histórica que tenían reconstruyeron sus recetas originales, que con el pasar del tiempo tomaron una dimensión y una identidad absolutamente nueva. Por ese motivo, el bodegón es la cuna en la cual nació el verdadero recetario porteño”. Esta visión, que comparten otros historiadores y críticos gastronómicos, convierte a los bodegones en los principales referentes de la gastronomía porteña.

Rincones del buen comer.  En el punto que marca el límite sur de Buenos Aires nació en 1873 “El Puentecito”, que inició su andadura como una fonda con un cancha de pelota en la que jugaban los lecheros vascos de la zona, para transformarse más tarde en un restaurante que desde hace más de medio siglo regenta un grupo de descendientes de españoles. Durante prácticamente las 24 horas del día, la parrilla está lista con una amplia variedad de carnes y platos de origen español.

El Puentecito

Famosos

El ex mandatario argentino Raúl Alfonsín frecuentaba el  bodegón “El Puentecito”, famoso, entre otros motivos, porque desde su balcón Hipólito Yrigoyen ofreció un discurso antes de convertirse en presidente. Lo que a mediados del siglo XX nació como un humilde comedor para  obreros  se ha convertido en un parada obligada en el recorrido por los bodegones porteños.

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