La culpa es de Mamita, la de Tres Patines

La culpa es de Mamita, la de Tres Patines

El término “estructura mental” no es una metáfora u otra figura literaria para referirse a las cosas que están en las mentes o el alma de las personas. Se refiere a la manera (no visible) en que están organizados ideas, creencias, conocimientos, prejuicios, actitudes, sentimientos y otros elementos  (no visibles) del psiquismo humano.  Ocurre, que  es más fácil demoler un edificio de veinte pisos que  lograr que un vago se haga trabajador, un orgulloso se torne humilde, o muchos políticos se vuelvan honestos. Por eso, cuando se habla de cambiar el país, por donde hay que empezar no es necesariamente por la Constitución, ni por hacer represas y carreteras; sino por el alma de los dominicanos, por su cultura y sus estructuras mentales, especialmente por la de los niños. El tema, pues, es el de un cambio de cultura.

El famoso pesimismo de los dominicanos reside, en gran parte, en los sentimientos de inferioridad de ser isleños y mulatos; pero, sobre todo, en los bajos niveles de educación e instrucción técnico-profesional , en la deficiencia de nuestros servicios públicos y de nuestras “des-economías de escala”, que nos colocan en desventaja competitiva como nación; pero también, en el desorden institucional y en una serie de conductas disolutas de almas perturbadas de pequeños burgueses asfixiados por la cultura pagana  y consumista, viciosos empedernidos, manituosos de lo ajeno.

Cambiar nuestra mentalidad es más difícil que transformar a un niño mimado en uno esforzado y disciplinado. Porque ese niño, como Tres Patines, tiene en su subconsciente a una “mamita” que le consiente y perdona todo, sin que éste se arrepienta; esconde lo que hurta, y cuando la policía lo acusa, jura que su hijo es inocente. Esa Mamita, lo incentiva para que sea macho, chulo y seductor, facineroso y malandrín, consintiéndolo, brincándolo desde chiquito.

Pero Mamita tiene muchos cómplices: “la virgen de los sicarios”,  que cuando él es encarcelado, ella hace un milagro y lo saca, a cambio de unas velas para ella y unos pesos para jueces y policías; “la virgencita del Consuelo”, que lo ayuda a conseguir mujeres “impropias”; y otros “santos”  y espíritus benignos que lo ayudan a obtener ganancias en política, apuestas y negocios ilícitos.

Esas mamitas y matronas residen en el alma de millones de dominicanos y dominicanas. Y conspiran contra las posibilidades de que este país pueda ser mejor.

Hablemos de estos temas con seriedad. Estas estructuras del alma dominicana son causas de la corrupción, el narco, el lavado y el atraso nuestros; los cuales podrían ser cambiados si los líderes cívicos, religioso y de opinión tuvieran la “voluntad política” que suelen reclamar a los políticos.

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