Ante los resultados preliminares del concurso de oposición docente que dan cuenta que por lo menos el 95% de los profesores/as que se han examinado, no han aprobado, hay quienes han cuestionado la inversión del 4% del PIB que desde el 2013 hace el Estado dominicano en Educación.
Y es que a este reciente caso del profesorado, se suman datos como el del Boletín de Competitividad Sectorial 2021, publicado por el Ministerio de Economía, que revela el 62.3 % de la población de 10 años no puede leer ni entender un texto simple.
Estos datos invitan a reflexionar sobre la calidad de aprendizaje, pero no podemos equivocarnos y matar al mensajero. De ninguna manera es culpa del 4%, ¡Todo lo contrario! Estamos pagando las consecuencias de la baja inversión educativa de décadas anteriores, por lo que más bien debemos volver a instrumentos como el pacto educativo y la Estrategia Nacional de Desarrollo y ver qué nos ha faltado para lograr esa calidad educativa.
Independientemente de que los frutos del 4% necesitan germinar y madurar para poder cosecharse, es preciso identificar desde ya fallas en el proceso. Una de ellas es sin dudas esa cultura política de varilla y cemento tan arraigada en la clase política dominicana, inclinada siempre a las obras de mega infraestructura porque son las visibles. Esto así porque si bien es cierto que había un déficit importante de planteles, también lo es que se debieron hacer mayores esfuerzos para que el 4% no solo fuera construcción y gastos administrativos.
De hecho, soy de las que espera una auditoría seria en el Ministerio de Educación que dé cuenta del buen uso o no, de una de las mayores inversiones sociales del Estado dominicano, de modo que ojalá el nuevo Ministerio Público y la nueva Cámara de Cuentas en algún momento rindan este informe.
¿Por qué es tan importante separar la paja del trigo y no adjudicar a la inversión en educación responsabilidades que no le corresponden? Porque el camino trillado en este tema es una ruta que debe replicarse en otras áreas claves como Salud, Justicia, gobiernos locales, Agua, etc. y mal haríamos si permitimos su descrédito.
Por ejemplo, en Salud, se amerita con urgencia elevar ese presupuesto que, con todo y COVID-19, apenas ronda el 2% del PIB, cuando la región promedia 6%. Esto urge para poner en ejecución la estrategia de atención primaria, aumentar las unidades y trabajar la salud preventiva, sólo por citar dos elementos nodales.
De igual manera en el sector judicial, si bien es cierto que en el presupuesto reformulado se aumentaron los fondos para el Ministerio Público, su demanda era mayor y hemos visto es una buena inversión porque implica la recuperación de patrimonio público y manda un mensaje preventivo de mejor uso de ellos. Lo mismo deberá suceder ahora con el Poder Judicial.
Además, la Encuesta ENHOGAR 2019 da una radiografía de la sociedad dominicana que indica la escuela, y no los hogares, serán los lugares donde muchos niños y niñas tendrán tal vez la única oportunidad de acceso a dieta saludable, a no violencia, a desarrollo integral.
Por eso, la importancia de que en materia educativa se avance ahora a la calidad educativa, incluyendo la visión de la escuela no sólo como recinto para aprender aritmética, sino convivencia social pacífica, resolución alternativa de conflictos, derechos humanos, no violencia de género, educación sexual, moral y cívica y valores, en fin, formar ciudadanos y ciudadanas. He aquí la importancia de la escuela y por eso es innegociable el 4% para Educación.
Soy de las que espera auditoría seria en Ministerio de Educación
Estos datos invitan a reflexionar sobre la calidad de aprendizaje
La Encuesta ENHOGAR 2019 da una radiografía de sociedad de la RD