La cultura del miedo: un instrumento político para el control social

La cultura del miedo: un instrumento político para el control social

José Luis Morillo Frías

El miedo es una condición natural e inherente a todos los seres humanos, este se expresa como una sensación de malestar que genera ansiedad y descontrol, obstaculizando la tranquilidad emocional de quienes lo sienten. Este se desarrolla en el imaginario humano como un hecho de terror que paraliza sus acciones, llevándolo a buscar respuestas que pudieran asumirse en dos direcciones: la sumisión ante aquello que lo genera o la confrontación para erradicar el temor.

De ahí que el Estado naciera como una respuesta al miedo que sentían las personas ante los inminentes peligros que generaba su entorno social, quedando éste facultado, en teoría, para velar por la protección y el bienestar de la ciudadanía. Por eso el miedo se asumió como el instrumento político cohesionador de la sociedad, utilizado por los gobiernos para generar preocupación en la población y convertirla en sujetos pasivos, incapaces de cuestionar las gestiones que se desarrollan, en aras de “preservar la seguridad del Estado”, aunque estas afecten sus derechos.

Por eso toda la teoría del miedo está intrínsecamente ligada al origen del Estado, sino veamos la visión de intelectuales de la altura de Maquiavelo y Hobbes, quienes sustentaban que la única forma de mantener la unidad política de los estados, era sobre las bases de medidas coercitivas, que generaran en la ciudadanía más que respeto, temor a las normativas legales, siendo esta la vía para la preservación del orden social.

Esta cultura del miedo se encuentra vigente en la formación que se recibe desde las escuelas, las academias, pero también llega a través de los medios de comunicación, quienes sirven de instrumentos para transferir informaciones tóxicas que crean significados de temor y preocupación en las personas. Todo este proceso busca neutralizar el pensamiento crítico, convirtiendo a los individuos en simples espectadores, que se adaptan a lo que les impone el sistema (Chomsky 2001).

La humanidad ha sufrido grandes retrasos en su desarrollo, como consecuencia de la cultura del miedo, que llevó a estancar épocas completas, la edad media es un ejemplo de eso, donde el sesgo religioso limitó el avance del conocimiento científico;otro caso indudable,ha sido la situación de imponer regímenes dictatoriales en todo el mundo, por miedo a dar paso a ideologías políticas como el comunismo.

Bajo estos miedos las fuerzas conservadoras han impuesto sus intereses a través de la historia, es el caso de Juan Pablo Duarte, quien no pudo concluir su proyecto de nación, porque los grupos económicos de la época señalaban que era imposible preservar la independencia sin el protectorado de una potencia extranjera, justificando con esto el anexionismo y el endeudamiento externo.

La cultura del miedo se afianza cada día más a nivel global como el mecanismo por excelencia para dar respuesta a problemáticas estructurales, tales como el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado transnacional y la inseguridad ciudadana, que sus causas reales se encuentran en la exclusión y la desigualdad social.

Situaciones como el terrorismo, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana mueven a los medios de comunicación a difundir imágenes sangrientas e impactantes, que siembran el temor en la población, quienes resguardan sus esperanzas en las medidas que decida asumir el Estado, sin importar que con ellas se vean reducidos sus derechos fundamentales. Es de esta forma que los estados, lejos de ir alorigen del problema, apuntalan a restringir las libertades, aumentar los impuestos “para garantizar seguridad”, así como beneficiar la proliferación de empresas de seguridad.

En este afán de propiciar un miedo colectivo,se agrava cuando vemos que desde las universidades no se promueve el debate de las ideas, ni la investigación científica, sino que se propicia la vagancia intelectual, a través del negocio burdo de la educación, la falta de compromiso académico y la mercantilización del conocimiento.

Esta realidad sumada a la complicidad de intelectuales que sirven a estas estrategias de control social, manipulando las emociones de las personas, para desmovilizarlas y mantenerlas atontadas, como muy bien señala el sociólogo Frank Furedi. Por eso ante el tema de la seguridad ciudadana, aparecen muchos expertos, primero dando la alerta de la dimensión que está tomando el problema y luego vienen las soluciones, que como es de esperar, se enfocan en combatir la delincuencia común (jóvenes de barrios marginados), no así las razones que la generan.

Bajo este mecanismo de miedo se bloquean las capacidades analíticas de la ciudadanía, llevándolas a un estado de paranoia que las hace abandonar la sensibilidad humana,convirtiéndose en indiferentes ante los vejámenes y abusos que se cometen en aras de “preservar la seguridad ciudadana”.

La cultura del miedo solo ha sido el instrumento por excelencia para la dominación de los pueblos, garantizando el control social de los grupos de poder, quienes han llevado a los pobres a enfrentarse entre ellos, los forman y los arman para combatir a su propia clase social.

Se hace necesario erradicar esa cultura del miedo, esa que busca manipular y controlar para subyugar al pueblo. Debemos hacer una ruptura interna, desconstruirnos y avanzar por una sociedad más humana.

“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”. Nelson Mandela. 

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