La cumbre de París: los desafíos para el Caribe

La cumbre de París: los desafíos para el Caribe

Afirmar que el mundo la espera sería exagerado, pero es indudable que la Cumbre sobre Clima que se realizara en París (Le Bourget) en diciembre es esperada con angustia por los investigadores de todas las disciplinas científicas. Los retos son enormes y frente a los fracasos de las cumbres anteriores, se tiene la sensación que ésta es una última oportunidad para tomar decisiones importantes.

Las dificultades residen en el hecho de que todos los países no tienen las mismas responsabilidades frente a la emisión de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, si para algunos el desarrollo económico, industrial se fundamentó en el uso de combustibles fósiles y hoy deben renunciar a ellos, para otros países su actual desarrollo se basa precisamente en el uso de esos combustibles; por lo tanto, es difícil culpar al grupo de los “emergentes” en el mismo grado que EE.UU o Alemania, y más difícil aún, exigirles utilizar “energía limpia” que les resulta más cara y menos rentable.

Difícilmente Inglaterra puede acusar a China o a Brasil de contaminar el planeta, cuando sus fábricas de Liverpool o Manchester lo hicieron durante todos los siglos XIX y XX y es uno de los países industriales que exportó su modelo de desarrollo a los EE.UU. y otras colonias. Otro ejemplo, para nosotros sería Canada que muchos envidian por sus grandes espacios verdes, pero permite a sus compañías mineras excavar en tierras tropicales, deforestando y contaminando Estados isleños que no tienen las dimensiones suficientes, ni la topografía, ni la vegetación, ni el clima para soportar tal explotación. Si sus glaciares son preservados, no tenían complejos para “dinamitar” los de Argentina y de Chile. Otro de los grandes desafíos será la compensación por los daños ambientales ya sufridos por los pequeños Estados isleños y la financiación para las investigaciones científicas y tecnológicas necesarias para lograr la sustitución de los actuales modos de producir. El cambio climático cuesta y cuesta en vidas humanas, en reparaciones, en infraestructuras a todas las economías dependientes, de países pobres y cuya población se define hoy “como vulnerable” cuando en realidad la pobreza las han convertido en el blanco de todos los fenómenos atmosféricos que azotan las costas, las zonas bajas fértiles y sobrepobladas de India, Asia e Centro América. Hoy para los geógrafos, nada es seguro, nada es preciso, nada es definido de antemano. Debemos adaptarnos también a esos cambios que afectan todos los datos que hemos acumulado.

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