La cumbre

La cumbre

Estuve de acuerdo con la asistencia de los partidos políticos, en especial el PRD, a la cumbre convocada por el Presidente Fernández. Así lo manifesté en uno de mis artículos en esta columna.

No obstante, respetando las razones argumentadas por este partido y otras organizaciones de la sociedad civil para abstenerse de participar, la realidad es que la mayoría de la población opinaba que poco o nada se obtendría de este evento. 

Y todo parece indicar que esa mayoría no se equivocó. Las razones son varias y pasaremos a enumerarlas brevemente. En primer lugar, la convocatoria se excedió en el número de participantes. 7 mesas, algunas con más de 300 personas, conduce a largas discusiones y excesos de reclamos que no era el objetivo original de esta Cumbre. Se suponía que en el escenario de crisis financiera mundial, los temas a tratar debían ser más específicos y centrados en cómo hacerle frente a los desafíos económicos y sociales que se le presentan al país. Desafíos y retos sumamente fuertes pero de gran trascendencia, ya que dicha crisis nos agarró en momentos en que nuestras cuentas fiscales y externas están en serios problemas.

Este exceso de participantes se ha traducido en lo que todos esperaban. Una larga lista de demandas que no son factibles en el corto plazo ni prioritarias en el contexto actual. Tampoco son financiables. 

En segundo lugar, el hecho de que las autoridades hayan declarado que no es posible cumplir con la ley sobre las asignaciones presupuestarias a educación, salud y los ayuntamientos, que tampoco es posible reformar el presupuesto del 2009, de por si deficitario y que nada puede hacerse en la parte fiscal, excepto buscar más dinero, como hacen las autoridades cuando disponen aumentos de tarifas por decreto, saca de contexto cualquier otro tema que se quiera consensuar. 

En tercer lugar, la ausencia de varias organizaciones políticas y civiles, especialmente del único partido opositor que sobrevive en el país, le resta mérito a la Cumbre aunque sus organizadores no lo quieran reconocer.

A todo ello se adiciona el hecho de que mientras se discuten muchos temas no relevantes en el momento actual, los sectores más dinámicos de la economía comienzan a sufrir los efectos de la crisis mundial. Agricultura, construcción, turismo, zonas francas y remesas, dan síntomas de debilitamiento acelerado ante la caída de la demanda, el desempleo y la falta de financiamiento. Los despidos se aceleran y la competitividad se deteriora.

Ya faltan pocos días para que culminen las mesas de trabajo de la Cumbre. Y si de ellas no salen propuestas concretas sobre los temas económicos críticos que pueden amortiguar los efectos de la crisis que se avecina, entonces sus resultados serán como la mayoría previo. Nulos o muy limitados.

Creo que el llamado a esta Cumbre por el Presidente fue oportuno y necesario. Pero si sus resultados no llenan las expectativas, habrá mucha frustración y pérdida de confianza, cosas que en estos momentos no podemos cultivar.

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