La cuña del propio palo

La cuña del propio palo

El hermetismo de Danilo Medina, con el que no solamente se siente a gusto, sino que parece que lo cultiva como útil arma política, contribuye a incrementar las conjeturas sobre lo que será o dejará de ser el gobierno que encabezará desde el próximo 16 de agosto. Nada parece claro, ni siquiera lo que estaría en la cabeza del próximo presidente, porque toda certidumbre en términos políticos o sociales tiene que confrontarse con naturales e inevitables imponderables.

Sin embargo, hay algo que está fuera de dudas y es que subirá al poder con la inexistencia de una oposición política/partidaria mínimamente bien estructurada. Los grupos de presión y de intereses corporativos de esta sociedad, por sus vinculaciones con los poderes formales, están sumamente maleados y carecen de la suficiente legitimidad para constituirse en oposición seria para el próximo gobierno, por lo menos en sus inicios.

El PRD, que se supone partido de oposición, atraviesa una crisis donde la aplastante mayoría de sus bases y organismos dirigentes son prisioneros de una insignificante minoría sostenida por el partido en el poder, algo sólo concebible en un país como el nuestro, que en términos de valores éticos, ha caído en los más bajos niveles en el manejo de la cosa pública y de la vida intrapartidaria, un dudoso fardo en cuya confección son mayoritarios los hilos del saliente gobierno.

La presente coyuntura, encuentra a los grupos políticos llamados alternativos en la misma situación en que afrontaron el recién pasado torneo electoral: dispersos, sin ideas, sin proyectos, distanciados del país real e inconscientemente muy insertos en el país formal. En ese contexto, la única oposición que despunta, aunque tenuemente, es la de algunos miembros de la facción coyunturalmente mayoritaria en su propio partido.

Esa circunstancia, unida al hecho de que el grupo Danilo tiene una sólida representación congresual y municipal, determina que algunos analistas y políticos de corta mira piensen que eso le hace más cómodo el camino al nuevo presidente. Sin embargo, podría ser todo lo contrario. A pesar del carácter totalizante y por momentos totalitario del proyecto de poder del PLD, en todo el proceso de construcción de  su proyecto político Danilo ha insistido en involucrar a distintos sectores de la sociedad civil de la sociedad política, algo solamente útil si estos se constituyen en interlocutores independientes y con un significativo nivel de estructuración organizativa.

Más que nunca, hoy se requiere un amplio consenso social y político para introducir reformas de profundo calado en cualquier sociedad. Además, para que sea efectivo en este mundo globalizado, requiere un favorable contexto internacional. En tal sentido, la inexistencia de oposición en cualquier sistema, lejos de favorecer el buen discurrir del mismo, se convierte en un hándicap que dificulta la obtención del necesario input proveniente de la diversidad de sectores que lo configuran.

Por eso, es prematuro avanzar ideas sobre cómo será el próximo gobierno, pero no hay duda de que partirá sin verdaderos partidos de oposición y eso podría ensanchar la que comienza a despuntar desde la trinchera de su propio partido, algo que podría ser peligroso, pues no hay peor cuña que la del propio palo.

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