La curiosa historia de Vargas Llosa con RD

La curiosa historia de Vargas Llosa con RD

POR MARIVELL CONTRERAS
No es ningún secreto que Mario Vargas Llosa, no sé por qué cada ve que escribo o pienso en él, lo hago con el don adelante (Don Mario) es uno de los primeros escritores de la lengua española (con trascendencia en todas las lenguas) y que es un privilegio para nuestro país que él se haya interesado en nuestra historia y haya escrito una novela como La Fiesta del Chivo.

La Fiesta del Chivo no se ha quedado solo en la literatura de ficción sobre un hecho histórico sino que se ha convertido en pieza de teatro y ahora en una película, todos con el mismo nombre.

La noche en que la Secretaría de Estado de Cultura organizó una premier de esta película que dirigió Luis Llosa y una rueda de prensa en la que estaban presentes el propio Don Mario (es que no puedo hacer otra cosa) y los actores protagonistas de la película (Isabela Rosellini y Tomás Millian) y el secretario de cultura, José Rafael Lantigua, tuvimos el placer de oírlo y acceder a él en medio de una común intención de que dijera algo más que lo que dijo en la alocución común.

Ahí, le pregunté, conmovida por la intensidad de su personalidad y la certeza de que estaba ante una verdadera figura –o mejor ante un hombre de los Grandes- sobre su relación con La Fiesta del Chivo que se había extendido mucho más que otras novelas y libros que ha escrito.

MC: De alguna manera, tengo la sensación de que este libro lo ha convertido en una especie de rehén, usted que es siempre tan libre que cuando termina un libro termina con él, ha seguido y tiene prácticamente 4 años con el teatro, con la película… hablando constantemente de eso…

Don Mario: «Pues es verdad, tiene usted razón.  Incluso la historia es mucho más larga.  Yo no hubiera escrito esa novela si yo no hubiera venido en el año en el 1975 a la República Dominicana y no hubiera oído hablar tanto de Trujillo y hubiera escuchado unas anécdotas que me impresionaron tanto y desde entonces el gusanito, la idea de escribir algo a partir de esos recuerdos…»

Hace una levísima pausa como buscando en su cajón de ideas a la máxima velocidad lo que a continuación compartió: «Es muy interesante, yo le diría que hay unas extrañas relaciones con los países y así como así entre las personas surgen amistades, amores, fobias, yo creo que con los países pasa lo mismo».

Y volvió a contarnos la historia de la primera vez que vino a la República Dominicana «que fue en el 1974 por primera vez, por unos días, he tenido una relación muy íntima y que se ha ido siempre reforzando con el tiempo».

Lo curioso de eso es que esa relación se haya iniciado a través del conocimiento de una «experiencia que fue brutal para los dominicanos, que fue la dictadura de Trujillo y que yo siempre he detestado por encima de todas las cosas, porque si hay algo que yo he detestado a lo largo de toda la vida, quizás porque me ha tocado padecerla mucho en mi país, en los países donde he vivido. Pero curiosamente eso ha tenido un efecto muy positivo, yo he ganado muchos amigos, me he sentido muy cerca de mucha gente y de una experiencia que para mí ha sido muy enriquecedora, no solo por los amigos que he conocido, por las cosas que he leído, por todo…»

Dice que vivió casi 4 años totalmente sumergido en «una realidad dominicana, en una realidad histórica, social, política crean unos vínculos entre una persona y un país… bueno, gracias a Trujillo –quién hubiera dicho-, me siento un poco dominicano (risas)».

Todos nos reímos y yo satisfecha dejé que Alejandro González y Alfonso Quiñones hicieran lo propio con este distinguido ciudadano del mundo que ha proyectado con su interés y con su trabajo, a los dominicanos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas