Finalmente resultó que la monjita de San Juan de la Maguana, productores y otras personas, tenían razón: un grupo de funcionarios de la Secretaría de Agricultura distrajo, se robó una parte del dinero correspondiente a la compra de un producto, no importa cual.
Ello así, porque en el rico valle de San Juan de la Maguana, donde se cosecha arroz, habichuelas, batatas, garbanzos y otros productos agrícolas, el gobierno ha comprado cosechas y partes de cosecha durante décadas, para equilibrar los precios del mercado y para evitar que se pierdan, por pudrición o por falta de almacenamiento adecuado.
Es una verdad probada que en los campos de caña los pesadores le robaban libras a los cortadores. Nunca supe si los pesadores se robaban la diferencia o si se la robaban para la empresa azucarera.
Los pesadores robaban para sí si se les pagaba a los picadores con vales. La maniobra se hacía entregando vales por el peso con que se engañaba a los haitianos, mientras el pesador tomaba los vales de la diferencia. El día de pago venía el otro cómplice, el pagador, y la cadena de ladrones no se detenía en ninguna puerta de ningún despacho.
En muchos casos la gente justificaba la diferencia del pesaje porque los cortadores de caña eran haitianos. En mi infancia en el mercado de Barahona los granos se vendían en jarros y latas que, por determinado tamaño, tenían uno u otro precio. Además, dependía del tipo de grano. Los vendedores abollaban el fondo de los envases hacia adentro o fabricaban un doble fondo. No olvidemos aquel excelente anuncio de la firma licorera Barceló que decía: los mocanos somos buenos todos, seco, sacudío y medío por buen cajón.
La diversidad de medidas y pesos con que se engaña a los productores es infinita. Se mide por vara, yarda y metro. Se pesa por libra, por cajón, por lata, al ojo, en balanzas, las cuales normalmente están alteradas.
Si aquí hubiera autoridad, si aquí hubiera justicia no sólo deben ir a explicar qué y cómo lo hicieron, sino que también debían responder sus superiores.
Es cierto que en este gobierno hay gente que vive la danza de los millones. Hay quienes están convencidos que hallaron en el Presupuesto el tesoro de Alí Babá y nadie reclamará a quienes se lo embolsillen.
Si se averigua lo que pasa con la compra de cebollas y ajo es posible que aparezcan macos podridos en esas cuentas.
Pagaron cuentas a personas que no entregaron cosechas y otra serie de diabluras. ¿Por qué debo creer que el Secretario de Agricultura y sus subsecretarios son tan ingenuos que ponen decenas de millones en manos de personas a quienes no se les supervisa en las compras ni en los pagos?