La danza de los millones

La danza de los millones

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El ejercicio de la política debe estar basado en la seriedad, la honestidad, la altura de miras, el amor a la Patria, a la Bandera, en el servicio al bien común.
En pleno siglo XXI los legisladores dominicanos, imagino que, en acuerdo con algunos partidos, proponen que la corrupción sea la línea maestra del ejercicio de la política. Ello así, porque si para ser candidato a la Presidencia de la República hay que buscar 700 millones de pesos, solamente para la campaña interna, se abre la amplia puerta de las recaudaciones por la izquierda, de la compra de conciencias, del trueque entre candidatos y ricachones.
De los adelantos de empresarios y contratistas para que se les pague con canonjías y vagabunderías, con concesiones ilegales, con acuerdos económicos por debajo de la mesa, con promesas o compromisos de designaciones en puestos de relumbrón, o en posiciones donde el dinero corre a raudales, tales como el ministerio de Obras Públicas, Agricultura, la Corporación de Empresas Eléctricas de gobierno, las direcciones de Aduanas, de Recursos Hidráulicos, de Aguas Potables y Alcantarillados, del Transporte en sus distintas vertientes.
Esos acuerdos pueden, y por qué no, abarcar las altas posiciones militares y policiales, de migración y otras agencias que se ocupan del orden público y de la salvaguarda de la nacionalidad.
Este no es un ejercicio de sabiduría, de inteligencia, hablo por la experiencia acumulada. a lo largo de mis ocho décadas de vida, las que faltan son las buenas, donde he visto todo lo malo sin que hubiera consecuencias para quienes tradicionalmente han convertido la política en un medio de enriquecimiento, una patente para obtener lo que la ambición humana puede lograr por medios no santos.
En el Congreso Nacional cursa un proyecto de ley que se propone regular la vida de los partidos políticos en donde, aparentemente, no se toma en cuenta al hombre de la calle, al ser común, al roto, al Juan de todos los países, a la mayoría de los ciudadanos que aspiramos a ser gobernados por hombres de bien, no por políticos que lleguen al poder con acuerdos que aten su libertad de acción y los cieguen en la búsqueda de la justicia y el bienestar general.
Ya está bueno de que se legisle para los que tienen algo que perder, quienes se montan sobre los hombros de los que sólo tenemos nuestros votos, la buena fe, en deseo colectivo de progreso.

Si para ser elegido en una posición política de importancia se precisa de una alta inversión de dinero, convertimos la política en un mercado donde se negociará con la voluntad popular.

Ese es un gran deservicio a la democracia que debemos crear y alimentar, para bien de todos.

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