Sin importar de qué camino se trate, asumir un rumbo profesional siempre implica un compromiso de cierto carácter. Esto es particularmente verdadero cuando hablamos del arte, una carrera que demanda de tanta entrega; y el artista de la danza Edmundo Poy es un vivo ejemplo.

“El que va a la danza, o al arte en general, pensando que tiene que hacerse de dinero, es mejor que estudie otra cosa”, advierte el artista, para destacar que para él, que se ha dedicado al arte por más de 25 años, “la danza es vida, es el motor de lo que empuja todo”.

Edmundo es el corazón y la visión detrás de la Fundación Edanco, que cada año celebra en el país el Festival Internacional de Danza Contemporánea, un evento que surgió desde lo más profundo de su pasión por este arte, al identificar la necesidad de un espacio de proyección internacional para la danza en el país.

Para Poy, asumirse como artista es llegar a conocerse a sí mismo. En su caso fue algo que le pasó cuando tenía 20 años y decidió dejar atrás su vida en el país para irse a Estados Unidos. “Yo siempre fui muy disperso, nunca me concentré en los estudios, a pesar de que llegué a hacer año y medio de Agronomía en la UNPHU, pero en la universidad me estaba engañando a mí mismo”, cuenta, al explicar cómo se sentía cuando aún no había reconocido su verdadera pasión y misión.

Ya en Norteamérica, en los años 80, viviendo en la ciudad de Nueva York comenzó a tener contacto con el arte urbano, con músicos y teatristas callejeros. En ese proceso, el que describe como “un caso muy personal y existencial”, fue primero artista urbano, después artesano y finalmente bailarín, luego de haber decidido “no seguir martirizándome más con cumplirle a la sociedad con una carrera y darme cuenta de lo que yo quería realmente”.

“Yo llegué a la danza ya de 25 años, adulto, con un enfoque más objetivo, sin ese delirio juvenil. Es decir, yo sabía cuál era mi norte y desde ahí canalicé todas mis energías en la danza, hasta el día de hoy”, afirma el artista, quien dice que la decisión de encauzar su vida por este rumbo lo llevó posteriormente a analizar el ambiente artístico del país en esa década y a identificar la falta de desarrollo del sector . “Eso me motivó mucho a seguir, el saber que había tanto por hacer y mira ahora cómo la danza ha tenido un repunte tan magnífico”, resalta.

Así mismo atribuye nuevamente a su madurez estos buenos resultados, pues dice que “muchas veces con poca edad se desvía uno mucho en el camino y se va por otro lado. A lo mejor y fuera buen bailarín y hubiese sentido esa necesidad de echar para adelante el proceso completo del arte, pensando solo en mí”, reflexiona Poy, imaginando qué tan diferentes habrían sido sus pasos de haber asumido su arte con menos edad y más inexperiencia.

Claro que el camino no se le hizo fácil a partir de ahí, pues Edmundo cuenta que tuvo que enfrentar muchos obstáculos, sobre todo porque la gente de la danza lo veían con mucha edad.

“Fue difícil para mí romper todos los parámetros para mi carrera”, revela.
“No me considero bailarín ni coreógrafo ni maestro. Yo me siento artista de la danza porque ya he cerrado el círculo”, reflexiona.

Edanco 2015. Lo que en un principió surgió como un escenario para suplir la necesidad de espacios especializados para la danza, hoy celebra su undécima edición.

Como primer proyecto, Poy creó el Festival de Danza Juvenil en la Feria Internacional del Libro, que ya tiene 16 años y luego el Encuentro de Coreógrafos Dominicanos. Tras el precedente de éxitos de estos eventos, nació el Festival de Danza Contemporánea, el cual cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y diversas embajadas, sobre todo europeas, como las de Francia y Suiza, y entidades como el Centro Cultural de España. Sin embargo, no sucede así con el empresariado local, que no ha manifestado su apoyo.

A pesar de esto, con las limitaciones que tiene este evento sin fines de lucro, el Festival Edanco 2015 inicia mañana y se estará celebrando por dos semanas en el Palacio de Bellas Artes, con Noruega como país invitado de honor.