La decadencia americana y europea

La decadencia americana y europea

Una de las tareas de los Servicios de Inteligencia que no se suele destacar es la prognosis o estudios sobre las tendencias que se están perfilando en el mundo o en algunas sociedades. Para el ciudadano común,  la tarea de estos servicios es el llamado espionaje, que es saber lo que piensan, traman y programan, los grupos o personas relacionadas con sectores que influyen en la política, la economía, las iglesias, las Ong, etc.

El espionaje tiene dos vertientes, la interna y la exterior, los servicios más relevantes y emblemáticos del mundo, y los británicos han logrado la fama de ser uno de los más eficientes, constan de dos ramas, la Inteligencia interior (MI5) y la exterior (MI6). La muy famosa Inteligencia israelí cuenta también con sus dos ramas, la seguridad interior o Shin Bet y la exterior o Mosad. Y esto se repite, con mayor o menor relevancia  y fama, en casi todos los servicios existentes, aunque es sabido que algunos de estos servicios de Inteligencia  de ésta solo tienen el nombre, ya que la misma brilla por su ausencia.

De ahí, que para muchos ciudadanos la visión que se tiene es que el espionaje es algo  que no tiene mayor interés para la salvaguarda de sus derechos como ciudadanos, porque de lo único que tienen noticia es de los abusos de poder que cometen. Sin embargo, el valor de estos servicios en cualquier Estado es importante, y  en un Estado democrático se supone que ellos cumplen un servicio inestimable para la salvaguarda de la seguridad, la estabilidad, la paz, y para evitar precisamente que unos grupos organizados traten de violar la voluntad popular.

Por ejemplo, los servicios de Inteligencia en un Estado democrático que funcione tratan de impedir que los bancos organicen el blanqueo de dinero proveniente del tráfico de las drogas, de la prostitución, del tráfico de armas, o de cualquier otra actividad ilícita. También deben investigar los casos de uso de los recursos del Estado para violar las leyes electorales organizando el fraude electoral.

Como deben recabar información sobre el enriquecimiento de políticos, militares, hombres de negocios, que al no justificarse por actividades lícitas o legales son provenientes, sin ninguna duda, del delito, la prevaricación, el soborno, la apropiación indebida o cualquier otra fuente no justificable legalmente.

Unos servicios de Inteligencia que actúan de esa manera, con control democrático, actuando dentro de los límites del orden constitucional, son una necesidad social y un bien para el funcionamiento de una democracia moderna. Lejos está ese modelo de Servicio de Inteligencia, de esos servicios organizados para el asesinato de opositores o disidentes, las escuchas telefónicas de adversarios de los políticos en el poder, o que se dedican a todo menos a servir a los ciudadanos y a sus intereses codificados en las leyes. Más que servicios de inteligencia estos son servicios de policía política, algo contrario a una democracia y típico de las dictaduras.

Así pues, merece destacarse esa otra labor de investigación social, política y económica, que permite a un Estado saber a qué puede atenerse en los años próximos si se sigue con las prácticas actuales. Una vez realizada dicha investigación y expuesta en los informes pertinentes, serán los políticos elegidos, tanto en el ejecutivo como en el parlamento,  quienes deberán tomar las decisiones para corregir el camino o persistir en los fallos  y errores.

En la denominada comunidad de Inteligencia  norteamericana, el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, en sus siglas en inglés) ha sido el responsable de elaborar un informe que debe estar en las manos del presidente Obama al inicio de su segundo mandato.

Es sabido que en ese país los presidentes no pueden estar en el poder más de ocho (8) años en total. Algo que en América Latina deberíamos imitar, establecer en nuestras constituciones, y si no es así, los votantes deberían imponer desde abajo con la emisión de sus votos, para impedir la proliferación de esos “salvadores de la patria”, de pacotilla, que tanto abundan en la región.

El estudio del NIC, denominado “Tendencias Globales 2030”, señala que la era del dominio económico de Estados Unidos y de Europa tiene como fecha de caducidad menos de 20 años. En alguna fecha entre 2022 y 2030, la economía china superará a la de los EE.UU. La caída en el comercio mundial de los EE.UU., Europa y Japón que actualmente alcanza el 56% del comercio mundial caerá a la mitad en el 2030.

Esto significa un declive evidente del poder económico occidental frente al ascenso de las economías asiáticas. Ya que no sólo se producirá un aumento notable de las economías  de China y de la India, sino que otros once países (entre los cuales se menciona a México y Nigeria, como no asiáticos), y que incluye a Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Paquistán, Filipinas, Corea del Sur y Vietnam, superarán en PIB  a la UE de los 27 en el 2030.

Sobre Europa, se dice en el informe que la crisis de la eurozona ha puesto al descubierto las tensiones y divisiones entre los estados miembros y esto conlleva interrogantes sobre la persistencia de la Unión Europea. En todo caso, y haciendo prospectiva, el informe señala que después de la crisis que se vive actualmente, Europa no se parecerá a la actual. Se prevé el colapso del euro y la quiebra de la UE misma.

Aunque otra tendencia es que surjan líderes europeos que acentúen la línea federalista y que se produzca una especie de “renacimiento europeo” con una unión económica y monetaria global y efectiva. No es descartable una Europa de dos velocidades con países que apuesten por una mayor integración a costa de sus soberanías nacionales y otros que opten por mantenerse fuera (la opción conocida como “op-out”, tan practicada actualmente por el Reino Unido). Alemania parece que continuará como la locomotora europea aunque su crecimiento económico y bienestar peligran por el envejecimiento de su población.

Otro de los aspectos que hay que tener en consideración es lo que la derecha europea ha llamado la emergencia de una “Eurabia”, es decir, el aumento de la población musulmana en Europa, que pasaría del actual 4,15% al 8%  en 2030. La población mundial será de 8,3 mil millones frente a los 7,1 mil millones existentes en el 2012.

Uno de los autores del informe, Mathew Burrows, señala que el declive occidental no es algo ineluctable, el mismo se puede evitar si se es capaz de tomar medidas adecuadas, pero  para ello las mismas no deben aplazarse.

Ahora bien, siendo realistas, me preguntó si esas medidas se podrán tomar teniendo como precedente las dudas en aplicar decisiones para actuar sobre la recesión, y predominando una concepción de la economía (la neoliberal), que cada vez más se muestra poco pertinente para asegurar el bienestar de la población y la inversión en los sectores claves de una economía productiva.

¿Podrá darse un renacimiento occidental sobre las bases de una economía de casino, especulativa, donde los intereses financieros se colocan por encima de la satisfacción de las necesidades humanas? Lo dudo.

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