La decisión electoral del 15

La decisión electoral del 15

Todas a una, las abundantes encuestas que en los días anteriores a las elecciones vaticinaban el triunfo del presidente Medina en la búsqueda de su reelección, acertaron en sus vaticinios. Y queda el convencimiento de los dominicanos que fue por la masiva inyección de dinero proveniente de las arcas del Estado y de los colaboradores generosos e interesados por mantenerse al lado del poder. O incorporarse.
La alta gerencia del partido gobernante no tuvo ningún escrúpulo en hacer lo que tenía que hacer. Primero era asegurar que el presidente Medina fuera de nuevo candidato, pese a la prohibición constitucional establecida en la Constitución del 2010. La histórica reunión del Comité Político en donde se aprobó que el Lic. Medina se postulara de nuevo fue celebrada en un complejo de Juan Dolio.
Así se inició el proceso que todo el país conocía de antemano el final previsto. Era para santificar la reelección pese a los pataleos de quien hasta ese momento era el líder histórico del PLD. Este creía que tenía todavía su influencia sobre sus compañeros. Pero estos se arrimaron a un nuevo sector que controla las llaves de los nombramientos, de las prebendas y de los recursos oficiales.
Todo el proceso que siguió a la reunión de Juan Dolio avanzó rápidamente hacia la reforma de la Constitución para aprobar la reelección. Se les garantizó a los legisladores su continuación en sus curules y prebendas colaterales.
Pero para algunos pocos la suerte no los acompañó el pasado domingo al ser rechazados por los votantes. Se evitó el surgimiento de un bloque monolítico oficial, lo cual permitirá una composición congresual más democrática.
Es posible que Luis Abinader se esté acordando de las palabras que pronunciara el presidente Medina cuando perdió, en la convención interna de su partido, del otro aspirante y presidente de la República Leonel Fernández, para elegir el candidato para las elecciones del 2008. Él dijo, al calor de su derrota y al caer en la noche enfrente de su comando de campaña de la avenida Sarasota: “El Estado me derrotó”.
Ahora le tocó a la oposición asimilar ese trago amargo, y conscientes de esa previsible derrota, quisieron perturbar el proceso y atacar a la Junta Central Electoral por el moderno sistema electrónico de conteo que se estrenó el domingo. Este permitió conocer los resultados preliminares y confiables en tiempo razonable, pese al conteo manual impuesto por la desesperación de la oposición. Hubo y persiste el tradicional pataleo de los perdedores. Se sabe que contra la fuerza del dinero desde el poder era poco lo que se podía hacer para revertir los resultados.
Una vez más el ciudadano en su conjunto demostró, y en su sabiduría natural, que es más sabio que los políticos. El resultado para la Alcaldía del Distrito Nacional lo confirmó. Supo acudir masivamente a los colegios electorales, esperar y depositar sus votos. Pero la mayoría estaba condicionada en favor del oficialismo por esa masiva campaña de inversión de todo tipo de recursos.
Se tuvo atrapado en sus redes y en base a todo tipo de aportes a una apreciable masa de votantes para garantizar el voto necesario para la reelección. Solo quedó el pataleo de la libre voluntad para acudir a las boletas B y C para las municipales y congresuales.
En verdad el PLD y sus aliados acudieron hasta debajo de las piedras para buscar los votos y asegurar su posicionamiento electoral. Ahora están cosechando sus esfuerzos del 62% de una estrategia indispensable para superar a sus opositores, que sin estar bien estructurados en una maquinaria política organizada, amenazaron el predominio del poder del partido morado en el Estado.
El PLD iniciará el próximo mes de agosto su cuarto periodo constitucional consecutivo. Esta vez viaja acompañado de su nuevo socio el hermano separado del PRD y de una aureola de poder económico y político que ha hecho de sus miembros entes humanos opulentos y prepotentes. El aferramiento al poder, con el uso de todas las artes y herramientas posibles, los impulsó a cometer acciones de dudosa legitimidad acompañadas de un derroche de dinero.
El gasto en estas elecciones fue bestial, dejando muy maltrecho el presupuesto que tendrá un nuevo déficit y requerirá una nueva reforma fiscal, como ya se ha anunciado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas