El silencio del doctor Euclides Gutiérrez, máximo exponente de la ortodoxia peledeísta, sobre temas trascendentales como la reelección y el Tribunal Constitucional, ha creado suspicacia y extrañeza en las esferas políticas dominicanas.

Hombre acostumbrado a asumir posiciones abiertas y categóricas, Gutiérrez Félix nunca ha tenido temor en expresar lo que piensa. Valor le ha sobrado para combatir a sus adversarios locales y extranjeros.

Su hermetismo sobre el particular mantiene confundida a la opinión pública nacional, y desconcertado a sus propios compañeros de partido, que aguardan su autorizada voz de mando para saber por dónde soplan los vientos.

Categoría que se la ha ganado peleando dentro y fuera, defendiendo los postulados de su partido y el legado del profesor Juan Bosch.

La definición del llamado tribuno frente a la repostulación de Leonel es decisiva por la autoridad y el peso político que tiene. Lo mismo ocurre con el Tribunal Constitucional, debido a que ha tenido un verdadero ejercicio como abogado brillante de los tribunales de la República durante más de 50 años, ha sido maestro de generaciones, intelectual y escritor de temas históricos.

El culto y aguerrido dirigente del PLD está enfrascado en refutar los cuestionamientos a su gestión en la Superintendencia de Seguros, pero el país político reclama que fije de una vez y por toda su influyente posición sobre asuntos de gran incidencia para nuestra institucionalidad democrática.