La delincuencia

La delincuencia

JULIO SANTOS-CAYADO
La descripción macro de la reducción de la criminalidad en los Estados Unidos de América destaca varios ángulos de ataque:
1. Legalización del aborto
2. Ley Rico
3. Construcción de parques municipales
4. Contratación de más policías
5. Actitud de los policías frente a la ciudadanía

Cierto, las condiciones en el gran país del norte discrepan considerablemente con las del nuestro. Por ejemplo, los estadounidenses pueden confiar en su Justicia, la cual constantemente está dando muestras de que es independiente y aplica las leyes vigentes, mientras aquí resulta que normalmente aparecen pruebas de que ella se ha quitado la venda y mira con ojos diferentes a unos y otros. El primer paso, por tanto, sería adecentar la Justicia para que no siga dando malos testimonios.

Del mismo modo, la Policía norteamericana, si no un ejemplo de moralidad, indudablemente que tiene un elevado nivel de credibilidad, basado, naturalmente, en sus acciones. Esa Policía tiene además los mecanismos internos para corregir las desviaciones de sus miembros y cuando éstos no funcionan, externamente se ponen en acción medios que sea por: denuncias en la prensa, por demandas civiles o sometimientos criminales; obligan a los departamentos correspondientes a tomar las medidas de corrección pertinentes. En cambio, nuestra Policía Nacional es una especie de cueva oscura, donde el cobre se bate no sé de cuántas maneras diferentes. No hay que buscar demasiado en la prensa nacional para toparse con escándolos que desafortunadamente se quedan sin ventilar ni corregir, y los responsables confían en la estupidez de los dominicanos para que el caso se olvide en el futuro cuasi inmediato. ¡Grave error!

Ni hablar de la actitud de los policías frente a la ciudadanía. El policía dominicano, sea porque no gana suficiente o porque sabe que no tiene fiscalización adecuada, o porque tiene cuotas que cubrir, ve al ciudadano como una fuente de ingresos, no como un ente del que recibe un salario y debe ayudar con presteza.

En cuanto a los parques o canchas deportivas municipales, luce imposible que un alcalde pueda hacer algo más que poner sus partidarios en una nómina abultada e ineficaz y recoger deficientemente la basura. El problema de los ayuntamientos, en general, que hace unos años parecía falta de recursos, hoy es percibido por los parroquianos como de mal manejo, mala administración y de corrupción.

El aborto legal parece imposible en nuestro país con la fuerza que tienen las iglesias y el temor de nuestros políticos de caer en boca de algunos prelados o pastores. ¿Qué influencia ejerce la prohibición del aborto en nuestro país? La respuesta quedaría en manos de expertos en ciencias sociales.

Se me antoja que a las acciones tomadas por los estadounidenses, los dominicanos tendremos que agregar otras, por ejemplo, la educación y justicia social o como gusta decir ahora, mayor gasto social.

¡Cuál sería el efecto de sembrar los barrios marginados con escuelas o escuelitas, talleres, maternales, etc.?

¡Cuál sería el efecto de dar un trato humano, deferente si se quiere, a los que visitan nuestros hospitales y cuál es el de que en ellos encuentren las medicinas? ¿Cuál el de que los hospitales estén equipados y tengan material gastable? ¿Cuál el llenar los barrios de dispensarios de primeros auxilios?

En consecuencia, hay mucha tela por donde cortar para reducir la delincuencia dominicana. Si bien, la represión es un elemento fundamental, no es menos cierto que represión llevada a cabo con mano dura, por la Policía y Justicia desacreditadas o abusadoras, probablemente que produzca el efecto contrario, que exacerbe los ánimos y agrave el problema.

Obviamente, la delincuencia es compleja y de seguro requerirá una acción múltiple y mancomunada, con la buena voluntad y colaboración de la ciudadanía, a la que hay que atraer, no alienar.

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