La delincuencia no descansa

La delincuencia no descansa

El asesinato casi a quemarropa del segundo teniente Mártires Pérez Díaz, del cabo José Arturo Ogando y del también cabo Roberto Otaño, todos miembros de la Policía Nacional, es  otro ejemplo vívido de que la delincuencia no descansa, que es un peligro permanente.

Con mejor suerte, un cuarto agente quedó herido.

El hecho ha sido ampliamente lamentado y condenado por la opinión pública. Este diario también lo lamenta, lo condena y lo repudia.

El incómodo papel de la PN

Cuando se observa el mapa de la delincuencia en la República Dominicana, rápidamente se cae en la cuenta de que los sectores marginados de las zonas urbanas, sobre todo de los grandes núcleos urbanos, son los mayores refugios de quienes se dedican a traficar y consumir estupefacientes, a robar, a atracar, a violar mujeres y a cometer otros delitos similares.

Igualmente, se observa que en esos sectores la vida discurre entre las más indignantes expresiones de miseria y precariedades. Faltan centros escolares, faltan centros médicos, faltan espacios para los deportes, faltan oportunidades de trabajo, falta el agua potable, faltan los clubes juveniles, faltan los buenos ejemplos, y sobran los billares, los colmadones, las bancas de loterías y las bancas de juegos deportivos.

Si bien no es posible establecer una relación de causa a efecto entre aquella delincuencia y estas carencias y “abundancias”, por lo menos puede establecerse una correlación indicativa.

Durante años, la población de  esos sectores espera de la mano gubernamental que todo lo que falta, la educación, la salud, el recreo, los deportes, el agua potable y las posibilidades de trabajo que la dignifique y la ayude a romper el círculo de su desgracia.

Pero esa mano gubernamental los deja en sus precariedades. Aparece, entonces,  la delincuencia seductora. Y aquí, en este momento, viene el incómodo papel de la Policía: la mano gubernamental envía a los agentes “a poner el orden y a sofocar la delincuencia”.

Una y otra vez se ha dicho que la delincuencia que afecta al país, con sus altas y sus bajas, es un problema para ser encarado por la Policía, pero no sólo por la Policía. Esta es la clave.

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