La delincuencia y la corrupción no duermen

La delincuencia y la corrupción no duermen

Algunas personas se han atrevido a expresar, talvez sin intención de hacer daño o  sin pensarlo mucho,  que la mayoría  de la población está corrompida, añadiendo cifras y porcentajes excesivos, pasando por alto que  en dichos porcentajes también  están incluyendo a  sus familias,  entornos y  amistades, lo que es totalmente incierto e inconcebible.

El día que alguien  entienda que  la mayoría de sus familiares se han apartado del canal  de conducción ético-moral en el cual se han desarrollado o se les ha inculcado; cuando sus vecinos  y los miembros de las organizaciones o grupos a los que pertenece o convive se hayan desviado de sus comportamientos naturales y abracen la vida corrupta y desenfrenada; cuando  sus compañeros de labores y los allegados de quienes usted conoce, igualmente estén  descarriado,  entonces podríamos llegar a la conclusión de que todo está perdido. Pero felizmente no es el caso nuestro.

Ciertamente existe un proceso de descomposición y  se advierte en muchas áreas, pero el problema fundamental consiste en  que los linderos, la verja o el canal de conducción ético-moral se ha ensanchado. Se ha ampliado abruptamente, sin que los encargados de establecer y controlar el tamaño de dicho canal lo hayan advertido. Porque se han entretenido y mezclado con asuntos que no son de su incumbencia, o porque se han dejado obnubilar por sectores con suficiente capacidad para la tentación y las canonjías.

Al ampliarse los parámetros conductuales, una  parte importante de la cabeza de la sociedad ha cambiado su estilo de vida. Y cuando la cúpula lo hace, el resto de la sociedad, especialmente los que no han tenido la oportunidad de alcanzar los privilegios  de que hace gala las minorías, se motivan  también a mover  sus verjas y ensanchar sus parámetros; incluso a eliminar cualquier tipo de barreras, dándoles riendas sueltas a todo, para ver si la ruleta de  su azarosa vida les trae suerte.

Y para detener ese proceso y lograr que los linderos o canales de conducción sean más estrechos, primero tiene que producirse un cambio en los sectores con capacidad de influenciar. Cambiando de actitudes, modales y estilos de vida, porque la gente lamentablemente les ha ido perdiendo la confianza.

Pero no me refiero solamente a una parte la cabeza de poder, eso incluye a todos los sectores de la nación: políticos, civiles y militares; religiosos y judiciales; administrativos y legislativos; empresarios, comerciantes, profesionales, educadores, gremiales. En todos  tiene que  producirse un cambio capaz de frenar el proceso de descomposición que se percibe. Frenarlo para luego establecer  canales de conducción verdaderamente éticos y morales, en los  que la sociedad pueda sentir vergüenza y temor por las cosas malas, no solo por la delincuencia.

Estamos a tiempo. Tenemos personas y dirigentes con capacidad para llevar a cabo esta tarea, pero hay que comenzar ya, porque la delincuencia y la corrupción  no duermen y los encargados de evitarlas, al parecer están muy distraídos en otros asuntos.  

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